8 parejas LGTB comparten sus experiencias organizando sus ‘destination weddings’

Hay mucho más a tener en cuenta que el ‘jet lag’ y la logística.
Daniel Kreiss y Sen Linehan en Islandia durante su boda
Kristin Maria

Mucha gente sueña con una glamurosa boda en el extranjero, una de esas destination weddings tan originales y apasionantes. Pero cuando se trata de una boda LGTB, hay mucho más a tener en cuenta a la hora de organizarse y las dificultades no se limitan a la logística y el jet lag. Ahora que empieza la temporada de bodas, las experiencias de estas ocho parejas parecen más relevantes que nunca. Esto es lo que aprendieron de primera mano organizando sus destination weddings.

Tim Loecker y Justin Kettler se casaron durante la semana del Orgullo en Mykonos, Grecia.

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UNA EXPERIENCIA CON AMIGOS EN MYKONOS

Tim Loecker, ejecutivo de relaciones públicas, y su marido Justin Kettler, diseñador de interiores, viven en Dallas. Se casaron en la isla griega de Mykonos en agosto de 2017.

Llevamos 15 años juntos. En principio habíamos planeado unas vacaciones con nuestros amigos a Mykonos para disfrutar de la semana del Orgullo en agosto. En general, Mykonos es bastante segura para personas LGTB, pero esa semana es excepcional. A medida que íbamos cerrando planes, nos resultó apropiado juntarlos con la boda: teníamos allí a nuestros amigos y el entorno no podía ser mejor. Los más importante para nosotros era que nuestros invitados se sintieran a gusto en el lugar, no solo durante la ceremonia, y así fue durante la semana entera.

Si nos hubiésemos casado más cerca de casa, en Estados Unidos, la dinámica seguramente habría sido más incómoda. Aunque ambos tenemos buena relación con nuestras familias y nos apoyan, habríamos tenido la preocupación de qué estarían pensando y cómo se estarían sintiendo toda la ceremonia. Después de estos 15 años, queríamos que el día fuese por y para nosotros. Además, la idea de que los amigos son familia es muy importante para la comunidad queer, y que estuvieran allí terminó con cualquier rastro de tristeza por no tener presente a la familia.

UNA CEREMONIA EN LA PLAYA EN PUERTO VALLARTA

El agente de viajes Danny Guerrero se casó con el interiorista Jaime Burciaga en mayo de 2018. La pareja vive en Los Ángeles y la boda se celebró en Puerto Vallarta, México.

Si vas a organizar una boda LGTB en el extranjero, es buena idea hacerlo en una cultura asociada con la hospitalidad. Uno de los motivos por los que tuvimos tan claro el lugar que queríamos es que ya habíamos estado allí. Conocíamos la cultura de Puerto Vallarta, teníamos experiencia con ella y sabíamos lo inclusiva que era.

De hecho, la pedida fue allí mismo también. En aquel momento, mientras me estaba preparando, pedí ayuda a un proveedor de catering. Quería bajar a una playa que me encanta, a unos 25 minutos al sur de Vallarta, para pedirle matrimonio, pero me aconsejó un lugar mejor.

Una cosa de la que me he dado cuenta con la organización de esta boda es que los proveedores en México no suelen anunciarse específicamente para el público LGTBI+. Nuestro fotógrafo, por ejemplo, era polaco pero vivía en Puerto Vallarta. Me crucé con él por Instagram y le escribí para preguntarle si se sentía cómodo con fotografiar una boda entre dos hombres. Me contestó bastante rápido pero no contestó específicamente a la pregunta, solo dijo que le encantaría. Más adelante, mientras nos fotografiaba, pudimos conocerle un poco mejor y le preguntamos cómo había acabado viviendo en Puerto Vallarta. Nos contestó que había conocido a alguien allí y había vuelto para casarse con él. En ese momento, la energía cambió por completo.

Danny Guerrero y Jaime Burciaga eligieron Puerto Vallarta para celebrar su boda por su cultura inclusiva.

Tom Moks

EN EL CORAZÓN DE SAN JUAN, EN PUERTO RICO

Michael Simeone es arquitecto y su marido, Matthew McGregor, es abogado. Viven en Nueva York y se casaron en el hotel El Convento, Puerto Rico, en marzo de 2018.

La fecha original de nuestra boda era en noviembre de 2017, un par de meses después del paso del huracán María por la isla. A veces, aunque una fecha concreta te haga mucha ilusión, hay que ser realista y entender que hay cosas que escapan a tu control. Lo primero en lo que pensamos fue en que, si nos íbamos a casar allí, queríamos que la gente de la zona estuviese bien.

En 2015 nos fuimos de vacaciones a San Juan por mi cumpleaños. Michael ya había estado en Puerto Rico varias veces y me había hablado mucho de lo bonito que era. Empezamos a organizar la boda en agosto de 2016 y teníamos pensado pasar unos días allí para terminar de elegir decoraciones y ultimar preparativos de última hora justo cuando llegó el huracán. Cuando pudimos volver a ponernos en contacto con todo el mundo, nos informaron de cómo estaba la situación y el pronóstico para nuestra boda en noviembre: tendríamos que aplazar la celebración, ya que sería una pesadilla intentar llevarla a cabo en condiciones como esas.

Tardamos un día en posponerlo todo, pero seguimos fieles a la idea de celebrarla en Puerto Rico. El equipo del hotel y de organización y todos los proveedores nos habían tratado tan bien que nos habíamos hecho amigos, así que quisimos darles todo nuestro apoyo

Hay muy pocas tradiciones y precedentes para una boda LGTB porque no llevan mucho tiempo celebrándose de esta forma. Como pareja, tuvimos que aprender muchas cosas sobre la marcha, exploramos juntos, intercambiamos opiniones… La boda en el extranjero nos dio la oportunidad de transportarlo todo, la familia, los invitados, la propia pareja, a un entorno que no era el habitual, lo cual rompió con las ideas preconcebidas que todo el mundo tiene de una boda “normal”. Aún no tenemos todo el vocabulario que necesitamos para describir este tipo de boda, las tradiciones, los negocios y todo lo que rodea a estas ceremonias es muy heteronormativo.

NOVIAS A LA FUGA EN ECUADOR

Meg Ten Eyck-Cale y su mujer, Lindsay Cale, viven en Mérida, Mexico, desde donde llevan su blog viajero orientado al público sáfico, Dopes on the Road. Se casaron en Ecuador en marzo de 2017.

Elegir destino en el extranjero para una boda puede resultar complicado si tienes que tener en cuenta la seguridad. Descartamos de inmediato los países en los que aún existen leyes contra la homosexualidad, pero además queríamos pasar un par de semanas de viaje, y había que tenerlo en cuenta también. Ecuador fue la opción perfecta: el país ofrece una cantidad considerable de turismo de aventura y allí se encuentra My Sacha Ji Eco Resort and Hotel, un resort sostenible llevado por personas LGTBIQ+ que se ajustaba a nuestros valores.

Siempre recomiendo contratar servicios y alojamientos llevados por personas LGTBI+ . Habíamos hablado bastante con la dueña, así que sabíamos que era un lugar en el que nos sentiríamos seguras y cómodas. Ya la conocía, de hecho, nos habíamos encontrado en una conferencia de la International Gay and Lesbian Travel Association años antes de la boda.

Uno de los momentos más difíciles fue el de elegir a quién invitábamos de la familia, si es que invitábamos a alguien. En general, las parejas hetero no tienen que preocuparse por esto en absoluto pero nosotras, por ejemplo, no tenemos ninguna relación con buena parte de la familia por la homofobia. Por ese lado, estaba claro a quien no íbamos a invitar, pero el otro lado de la familia sí es maravilloso y apoya totalmente nuestra relación. No todos ellos podían permitirse o se atreverían con un viaje internacional a un lugar tan apartado. Al final decidimos hacer prácticamente una boda secreta y solo nos llevamos al fotógrafo. Con las relaciones LGTBI+, las dinámicas familiares tienden a enrarecerse, e incluso personas que siempre nos habían tratado bien nos dejaron claro que el límite era el matrimonio y que no estaban de acuerdo con nuestro compromiso.

Mucha gente nos ha preguntado por la situación legal al ser un matrimonio entre dos mujeres casadas en el extranjero. Sinceramente, eso fue lo más fácil. Hicimos la parte espiritual de la ceremonia en Ecuador y esperamos a la vuelta para formalizar la unión en Estados Unidos.

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EL LUGAR PERFECTO EN EL VALLE DEL LOIRA

El ejecutivo de relaciones públicas Matthew y su marido, el bailarín parisino Jean-René Homehr, viven en Nueva York. Se casaron en el valle del Loira en agosto de 2016.

Yo diría que las bodas en el extranjero son incluso más fáciles para parejas LGTBI porque las amistades y familiares ya se esperan una experiencia menos tradicional. Así que es la oportunidad perfecta para elegir el lugar soñado, la gente a la que de verdad le importa estar ahí se las apañará. Además, una boda viajera se libra de forma natural de todos esos familiares a los que se invita por obligación pero que no están del todo de acuerdo con la relación.

Investigamos bastante sobre el país y la región a la hora de elegirlos para asegurarnos de que eran mayormente seguros para personas LGTBI+. No hacía mucho de la legalización del matrimonio igualitario por parte de Francia, y a la hora de buscar local elegimos uno que tenía fotos de parejas del mismo género en su web. Nos tomamos la molestia de encontrar uno así porque nos parecía importante que los dueños no solo nos ofrecieran un espacio seguro sino que se promocionaran activamente como tal. La transparencia en las comunicaciones es esencial, sobre todo cuando se hablan idiomas distintos, y a veces ocurre que el equipo organizador tarda en enterarse de que se trata de una boda LGTB. Lo último que queríamos era reunirnos con profesionales que se sorprendieran de ver una pareja de dos hombres.

La luna de miel la pasamos viajando por Escocia, dos semanas de recorrer pueblecitos y ciudades pequeñas, que no son especialmente famosas por su inclusividad. La primera parada fue Pitlochry. Estábamos nerviosos, pero también llevábamos una actitud desafiante y habíamos decidido no ocultar nada y contar a quien preguntase que estábamos de luna de miel. Cuando nos sentamos a cenar la primera noche, no parábamos de ver a camareros mirar hacia nuestra mesa y cuchichear. No nos cabía duda de que estaban hablando de la pareja gay de luna de miel, pero no teníamos nada claro si les parecía bien o si estaban preparando las antorchas.

La noche siguiente fuimos a cenar a un restaurante gourmet y nos dimos cuenta enseguida de que nos estaba atendiendo uno de los camareros de la noche anterior. Estamos convencidos de que pidió que le asignaran nuestra mesa, porque en cuanto pudo se puso a conversar con nosotros. Resulta que también era gay, era de Hungría y se había mudado a Escocia para aprender inglés. Pasamos una noche entretenidísima y espero que, aunque fuera un poco, le sentara bien cruzarse con una pareja de hombres recién casados y felices en aquel rincón del mundo en el que le había tocado trabajar.

UNA CEREMONIA SIMBÓLICA EN ISLANDIA

El arquitecto Daniel Kreiss vive con su marido Seán Linehan, que es técnico de iluminación, en Nueva York. Contrataron los servicios de Pink Iceland para su boda en Islandia en octubre de 2017.

Miramos paquetes de boda por todo el mundo: playas, montañas, granjas, rascacielos… No nos convencía nada. Descartamos de inmediato todos los países con normativas anti LGTBI+ y procuramos alejarnos de las zonas más religiosas. Solo tuvimos en cuenta lugares con reconocimiento legal del matrimonio igualitario. Nos sugirieron Islandia y el destino nos llamó la atención de inmediato. Años antes, en nuestras primeras vacaciones juntos, aprovechamos la promoción Stopover de Icelandair y pasamos cuatro días en Reikiavik a nuestra vuelta de París. De primeras nos planteamos el matrimonio completo, incluida la parte legal, en Islandia, y teníamos todo el papeleo listo, pero en aquel momento acababa de ser elegido Trump como presidente de Estados Unidos y la incertidumbre en nuestro país era demasiada. Decidimos casarnos legalmente en Nueva York y hacer la ceremonia simbólica en Islandia.

No podíamos haber elegido un destino mejor. La gente es tan amable y acogedora, el paisaje tan salvaje y hermoso. Islandia es un lugar mágico. Salimos a sacarnos fotos y estábamos un poco nerviosos por estar tan alejados de todo, tan lejos de lo conocido al menos. Una familia pasó por nuestro lado y habló con nuestro fotógrafo en islandés. Yo me tensé un poco, pero el fotógrafo se rio y nos lo tradujo: “Dice que estáis guapísimos, que enhorabuena y que no os divorciéis”. Nos reímos juntos y toda la tensión desapareció.

Una de las cosas que aprendí es lo difícil que puede ser encontrar una canción para el primer baile. Si quieres empezar a planear tu boda, ve pensando en canciones desde el primer momento, porque casi todas las románticas llevan el género marcadísimo. No es nada fácil encontrar una canción que encaje en el amor entre dos mujeres o entre dos hombres.

"Es muy importante poder sentirte tú misma en un día tan especial", afirman Andrea Adams y Angie Pezzetta, que se casaron en Florida.

Rachel E Ligon

UN DESTINO VACACIONAL LLENO DE RECUERDOS

Andrea Adams y Angie Pezzetta, una pareja de Nueva Jersey, se casaron en Casa Marina, un resort de Hilton en Florida, en octubre de 2016.

Cuando estuvimos mirando posibles lugares para la boda, la mayoría tenía formularios que solo concebían la posibilidad de que se estuvieran casando un hombre y una mujer. Tuvimos que especificar que éramos dos mujeres, y nos hizo darnos cuenta de que, aunque legalmente podamos casarnos, la mayoría de organizadores tiene que ponerse al día con muchas cosas. Por eso elegimos Key West, en Florida, para celebrar la boda. No solo es uno de nuestros destinos vacacionales favoritos, también es un lugar en el que nos sentimos cómodas mostrándonos como somos. Nos damos la mano mientras caminamos por la calle, salimos a cenar, nos damos besos en público… Es muy importante poder sentirte tú misma en un día tan especial y no tener que ocultar nada a nadie.

VERANO EN SICILIA

El artista Giuseppe Bellia y Krzysztof Nowaczek, funcionario de la Unión Europea, residen en Bruselas. Se casaron en Sicilia en agosto de 2016.

Una de las partes más importantes de la organización de esta boda fue valorar el nivel de aceptación, sobre todo para evaluar los riesgos de celebrar un evento con una pareja de hombres y unos invitados entre los que habría muchas personas LGTBI+.

Tuvimos muchísima suerte, porque cuando nos casamos, Italia acababa de aprobar, después de varios intentos fallidos, el matrimonio igualitario. Pero Sicilia tiene una cultura propia y, aunque los paisajes son preciosos, nos preocupaba que surgieran complicaciones.

Sin embargo, en los viajes que hicimos hasta allí antes de la boda, nos esmeramos en hacer saber a organizadores y proveedores que iba a ser una boda entre dos hombres y que tendríamos tolerancia cero con comportamientos homófobos. Queríamos ver cómo reaccionaba la gente, y no solo no tuvimos ningún problema sino que el equipo parecía encantado e incluso entusiasmado. Hasta los dueños de la villa estaban emocionados por organizar su primera boda gay.

Ross Matthews oficiando la boda de George Carrancho y Sean Franklin en el Orgullo de Washington D. C.

Kris Connor/Getty Images

UN PÚBLICO DE 350.000 PERSONAS EN WASHINGTON D. C.

George Carrancho y Sean Franklin son especialistas en viajes y residen en California, aunque ambos han pasado la mayor parte de su vida en Texas. Se casaron en 2015 en Washington D. C., como parte de la campaña #LoveTravels de Marriott International, y la boda se ofició en la marcha del Orgullo.

Nos prometimos en 2012 mientras estábamos de viaje en Manchester, en el Orgullo, que se celebraba en agosto. El problema vino cuando nos denegaron la posibilidad de casarnos en Texas, ya que fue antes de que se aprobara el matrimonio igualitario en junio de 2015. Era el lugar en el que más tiempo habíamos pasado, y siempre habíamos querido casarnos allí, con todas nuestras amistades y familia presentes. Pero cuando propusimos la boda viajera, con todas las circunstancias especiales que la rodeaban, la mayor parte de nuestra familia más cercana y nuestros mejores amigos pudieron venir con nosotros. En aquel momento, la destination wedding era lo que más sentido tenía.

En abril de 2015, nos tomamos el día libre en el trabajo y nos acercamos a Washington D.C. para asistir a una marcha hasta la Corte Suprema mientras se estaba debatiendo el matrimonio igualitario. Sabíamos que iba a ser un momento clave en la historia de Estados Unidos y queríamos estar presentes. Aprovechamos el viaje para ir a un evento de Marriott en el Mayflower Hotel, donde nos enteramos del movimiento #LoveTravels, una campaña del grupo hotelero para la que estaban buscando una pareja a la que casar en el Orgullo de Washington D. C. Nos ofrecimos como candidatos y, unas semanas más tarde, a finales de mayo, nos confirmaron que éramos los elegidos y nos dieron tres semanas para planear la boda.

Acabamos por juntar a unas 50 personas de todo el país entre familia y amigos. Y todo eso sin contar a las 350.000 personas que asistieron al Orgullo aquel año. El desfile se detuvo unos 15 minutos frente a la grada en la que estaban los padres de Sean y se ofició la ceremonia, en la que Ross Matthews escuchó nuestros votos. Ross nunca había casado a nadie, y fue un momento inmensamente especial para todo el mundo.

Este artículo se publicó en junio de 2018 en Condé Nast Traveler. Traducido y adaptado por Eva Duncan.

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