Puertomingalvo (Teruel): un paraíso para la desconexión

Es uno de los pueblos más bonitos de España, de esos que, además, lo tienen todo: un castillo, muchas casonas y largas callejuelas para perderse y disfrutar del encanto irresistible de vivir parado en el tiempo.
Puertomingalvo  un paraíso para la desconexión
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Oculto entre las montañas de Javalambre, Puertomingalvo, en Teruel, se esconde un regalo en piedra para quien tenga el gusto de abandonar el ritmo frenético. Este pueblo es todo lo contrario a la velocidad y el trajín; es historia en cada piedra y calma en el ambiente. Además, al estar enclavado en pleno Parque Cultural del Maestrazgo, la naturaleza está a tocar de mano y su efecto se siente en cada esquina, en el canto de los pájaros y en la brisa que trae aroma de pinos y plantas. Pero para más señas, vayamos por partes.

En Puertomingalvo hay que empezar hablando del castillo, ya que su presencia se impone desde cualquier punto que se aborde el pueblo; cuestión de fuerza mayor, vamos. Los primeros datos que se conservan fechan la fortificación en el S.XII, pero se cree que en origen es del S.X.

Se trata de un bastión perfecto para mostrar la ingeniería militar medieval, con su diseño pentagonal construido sobre la roca para aprovechar el relieve y conseguir alzarse como una fortaleza inexpugnable. De sus construcciones interiores quedan el gran salón y los establos, aunque todas las miradas se las lleva la Torre del Homenaje, la absoluta protagonista de esta robusta alcazaba.

Oculto entre las montañas de Javalambre, Puertomingalvo es un regalo en piedra.Getty

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A renglón seguido, la muralla es otro de los reclamos del pueblo. Ya sin almenas, pero aún regia y sólida en su construcción, este cercado de piedra mantiene las dos principales puertas de acceso al pueblo; una, contrapunto de la otra.

La más antigua, el Portalico, viene a ser un arco de medio punto pequeño y gracioso por el que se accede a la localidad sin dejar de imaginar el bullicio de la vida en su tiempo árabe. En el otro extremo, la puerta principal: el Portal Alto (o el portal de San Antonio), que también es de época musulmana y que le debe el nombre al santo que coronaba la entrada. Llegó a ser tan importante en su día –como bisagra entre los reinos de Valencia y Aragón– que tenía potestad para cobrar peaje en el trasiego de mercancías arriba y abajo.

El Portal Alto (o el portal de San Antonio), una de las dos puertas de acceso al pueblo.Getty
Puertomingalvo es uno de los pueblos más bonitos de España.Getty

Otra parada obligatoria en la visita a Puertomingalvo es el Ayuntamiento, una obra de estilo gótico civil que conserva una sala principal para albergar exposiciones y actos culturales, pero que reserva un espacio tan atractivo como interesante: las mazmorras. Hoy en día acogen la oficina de turismo, pero se trata de un enclave fantástico para dejar volar la imaginación y proyectar qué pudo haber sucedido entre estas centenarias paredes, desde el infortunado reo que acaba preso hasta un sicario esperando el cadalso.

Podría parecer que a un pueblo tan chiquitín se le agotaran rápido los atractivos, pero entre calles serpenteantes enmarcadas de casonas con grandes portales aparecen edificios tan curiosos como el edificio de Sant María de Gracia, una construcción del S.XV que fue alzada como un hospital para niños pequeños, y que hoy en día ocupa el colegio de la localidad (¡ventajas de estudiar en Puertomingalvo!)

La ermita medieval de San Bernabé merece el paseo a las afueras.Getty

El recorrido toca a su fin y hay que despedirse desde la iglesia de la Virgen de la Purificación y San Blas, más historia para atar el presente con la Edad Media. Construida en el S.XIV, fue concebida –originalmente– como una capilla gótica sobre restos árabes, luego pasaron los años (hasta finales del S.XVIII) y se añadió en estilo neobarroco el trazado principal de lo que se ve hoy en día. Reconocer las ampliaciones dentro de la iglesia es un ejercicio de siglos y de ojo entrenado en las características del arte.

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Punto final. Si sobran horas y ganas aún hay material para regocijo de andariegos: las ermitas de San Bernabé y de Santa Bárbara, tan medievales como el resto de pueblo. Dos enclaves privilegiados para disfrutar de la tranquilidad, rodeados de un paisaje mediterráneo encomiable y a poco trecho a pie. Y ¡ojo! Porque los dos tienen premio: una, los vestigios de un poblado íbero; y la otra, las vistas al mar en días claros. Pero para saber cuál es cuál, habrá que ir y descubrirlo.

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