48 horas en Lisboa, la ciudad a la que siempre volver

Dos días por delante serán el perfecto punto de partida para disfrutar de este destino que, lejos de caer en el olvido, se reinventa una y otra vez. La ciudad de las siete colinas nos da la bienvenida.
Fachadas de Lisboa
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Pasar 48 horas en Lisboa siempre es un buen plan –si son más, mejor–, tanto si es la primera vez que se visita como si hablamos de la enésima. Un destino orgulloso de sus tradiciones y costumbres, que prometen también convertirse en nuestras una vez pongamos un pie en sus calles adoquinadas inquebrantables al paso del tiempo.

La capital de Portugal (y 2ª capital más antigua del mundo) no rehusa de su pasado, vive su presente con el mejor de los propósitos y encara su futuro como una ciudad en constante evolución, reinventándose a cada paso. Nos recibe entre miradores, barrios con encanto, una gastronomía de marcado acento portugués, un poco de esa ‘saudade’ que tanto le caracteriza y algunos atractivos que todavía viven alejados de la mirada del turista (o al menos lo intentan). ¿Hacemos las maletas?

48 horas en Lisboa son pocas… ¡no tenemos tiempo que perder!

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VIERNES

16:00h. Empezamos por uno de los barrios emergentes que más merecen nuestra atención: Alfama, el barrio de pescadores que ha conseguido con el paso de los años vestirse cada vez más bonito y alejarse de su época más turbia. La gran apuesta de rehabilitación de sus edificios –donde los azulejos en las fachadas y la colada colgada de sus ventanas son los grandes protagonistas–, junto a la conservación de sus tradiciones y costumbres, han permitido que Alfama mantenga su esencia y carisma, pero con un lavado de cara. ¿Un dato curioso? Fue una de las pocas zonas que casi no tuvo daños durante el conocido y devastador terremoto de Lisboa de 1755, de ahí que sea considerado el barrio más antiguo de la ciudad.

La primera parada será el Museo Nacional del Azulejo, uno de los centros museísticos más relevantes del mundo en su género, con un excelente recorrido por la historia de esta técnica decorativa que tanto caracteriza a Portugal. Lo encontramos ubicado en el Convento Madre de Deus, a poco más de 20 minutos a pie del barrio de Alfama. Aquí nos esperan una colección de alrededor de 7000 piezas donde no faltan azulejos de procedencia y estilos de todo tipo, con especial protagonismo a los de Portugal.

Regresando sobre nuestros pasos, la segunda parada la hacemos en el Museo del Fado. Siendo Lisboa el destino fadista por excelencia, esta joya en clave de museo que hace honor al folclore tradicional portugués no podría estar ubicada en otro barrio que no fuera el mismo donde se asentaron las antiguas colonias portuguesas en su establecimiento en la ciudad.

La ropa tendida en Alfama forma parte de su encanto.

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18:00h. A la hora de callejear, paradas obligatorias son la Sé de Lisboa, también conocida como la Basílica de Santa María la Mayor de Lisboa, catalogada como Monumento Nacional desde 1910 y de estilo románico. A tan solo diez minutos de la catedral, alcanzamos dos de los miradores con más encanto. Por un lado, el romántico mirador de Santa Lucía, con unos mosaicos dignos de postal y la presencia de artistas callejeros que cada tarde se dan cita en este lugar para poner banda sonora a los encuentros que aquí acontecen; y por otro lado, el mirador Portas do Sol con una excelente panorámica del barrio de Alfama al frente y el Tajo a mano derecha.

Continuando en dirección al norte, a unos quince minutos de distancia, alcanzamos el Panteón Nacional y a muy pocos pasos de este, acontece los martes y los sábados por la mañana el icónico Feira da Ladra. Este es considerado uno de los mercadillos más antiguos de la ciudad ubicado en las inmediaciones de la plaza Campo de Santa Clara y en el Jardín Botto Machado. En sus puestos, antigüedades de todo tipo conviven con ropa de segunda mano, obras de arte y un sinfín de opciones idóneas para llevarse de vuelta a casa en formato souvenir.

21:00h. Nuestra primera incursión en la gastronomía lisboeta la haremos esa misma noche en la Taberna Sal Grosso (Calçada do Forte 22). Esta taberna portuguesa prepara platos tradicionales pero con una vuelta de tuerca que los convierte en únicos, desde sus croquetas de bacalao (conocidas como pastel de bacalhau), el bacalao confitado o el bacalao à Brás, el pulpo o el rabo de toro. Nada como cerrar la cena con alguno de sus postres acompañados de una copa de vino dulce (o varias).

Fachada del hotel AlmaLusa Alfama Lisboa.

Andre Moura Pires

23:00h. A la hora de pernoctar, el barrio de Alfama está cobrando gran protagonismo, y es que en los últimos años se han ido sucediendo aperturas hoteleras, ¡y sumando! En esta ocasión nos decantamos por AlmaLusa Alfama, la tercera apertura del grupo tras AlmaLusa Baixa/Chiado y AlmaLusa Comporta, que abrió sus puertas el pasado mes de diciembre. Muy fácil de reconocer por su impoluta fachada amarilla que da vida a la plaza Campo Das Cebolas, su excelente ubicación como puerta de entrada al barrio de Alfama y a muy pocos pasos de la icónica Plaza del Comercio, este hotel boutique es perfecto como base para descubrir el resto de la ciudad en los días que tenemos por delante.

Un total de 25 habitaciones –incluyendo suites– en las que se rinde homenaje a través de su decoración a la historia de su ciudad y a los colores de Alfama, pero adaptadas a las necesidades del presente y donde no falta la presencia de marcas locales. Alguna de las habitaciones se conectan entre sí, por lo que son idóneas para viajar en familia. El edificio donde en la actualidad se levanta AlmaLusa Alfama data del siglo XII y ha tenido diferentes funciones a lo largo de su historia, desde ser tasca a casa de comerciantes. Ahora ha sido restaurado para ofrecer al viajero una gran experiencia local en un espacio que invita al mejor de los descansos. ¡Palabra!

SÁBADO

08:00h. Empezamos la mañana de sábado con energía… ¡con mucha energía! Y es que el desayuno buffet a la carta del propio hotel es un regalo para nuestras papilas gustativas. ¿Dulce o salado? ¿Por qué elegir? Tartas caseras que cambian a diario, bollería portuguesa donde no faltan los famosos pasteles de nata –¡ojo a estos que son perfectos, deliciosos y nada empalagosos!–, embutidos, quesos, ensaladas de frutas, zumos naturales, huevos y tostadas al gusto. No se nos ocurre mejor forma para empezar la jornada que esta.

10:00h. Antes de emprender rumbo a la Plaza Luís de Camões, nos acercamos, a menos de 100 metros del hotel, a la Casa Dos Bicos. También conocida como Casa de Brás de Albuquerque, llama la atención desde un primer momento por su espectacular fachada repleta de ‘bicos’ con una influencia de la arquitectura del renacimiento italiano. Lleva desde 2012 siendo la sede principal de la Fundación José Saramago donde encontramos una exposición permanente no solo de la obra del escritor, sino también de su vida.

No has estado en Lisboa si no te has topado con su tranvía amarillo.

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11:00h. Dedicaremos la mayor parte de la mañana a la zona más turística de Lisboa: Baixa-Chiado. En ambos barrios nos esperan diferentes puntos de interés que bien merecen toda nuestra atención, como la plaza del Rossio con su espectacular Teatro Nacional, la icónica estación de Rossio de estilo neomanuelino (considerada una de las estaciones de tren más bonitas de Europa), el Convento do Carmo (ahora convertido en Museo Arqueológico do Carmo), la Iglesia de Santo Domingo o el histórico tranvía amarillo 28 que recorre gran parte de los barrios del centro de Lisboa.

12:30h. Hacemos un alto en el camino antes de continuar con nuestro itinerario para saborear la receta típica portuguesa conocida como ‘bifana’. Lo hacemos en The Bifanas of Afonso (R. da Madalena, 146), uno de los locales más reconocidos de la ciudad para probarlas. Estamos ante un bocadillo elaborado con varios filetes de cerdo maridados con vino blanco, jugo de limón, laurel, pimentón y ajo. ¡De muerte!

13:00h. Continuando por Rua Augusta, la calle principal del barrio de Baixa y una de las arterias comerciales más turísticas de Lisboa, llegamos al Arco da Rua Augusta. Tras él, se aparece ante nuestros ojos la impresionante Plaza del Comercio frente al estuario del Tajo. En esta plaza se asentó durante más de 200 años el Palacio Real de Lisboa hasta que la monarquía llegó a su fin en 1910. También fue un lugar clave durante la Revolución de los Claveles el 25 de abril de 1974.

14:00h. A la hora de comer tenemos dos opciones, cada cual mejor que la anterior. Por un lado, podemos trasladarnos hasta el Barrio Alto para saborear algunos nombres como Estrela da Bica (Tv. do Cabral, 33), Taberna Portuguesa (Calçada do Combro, 115), Tasca Zebras (Calçada do Combro, 51), Rosamar (R. da Rosa,317), Ofício ( R. Nova da Trindade,11k), o Las dos Manos by Chef Kiko (R. de São Pedro de Alcântara, 59). Por otro lado, podemos dirigirnos hacia el barrio de Graça, donde encontramos tranquilidad, tradición y mucha esencia lisboeta.

¿Has probado ya la bifana?

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El restaurante Penalva da Graça (Rua da Graça, 26) nos conquista porque huye de cualquier tipo de pretensión con el único propósito de ofrecer comida de calidad fresca a buen precio, por lo que aquí es obligatorio darse un buen homenaje a golpe de mariscos y pescados del día. ¿Algunas de sus especialidades? El arroz de marisco, el bacalhau à minhota, el pulpo à lagareiro, la dorada, las almejas y las gambas. ¿El único pero? No aceptan tarjetas, por lo que debemos asegurarnos de llevar efectivo en la cartera.

17:00h. Tras la comida, subimos al Mirador Nuestra Señora del Monte, otra de las tantas espectaculares vistas que se suceden por toda Lisboa. Aunque esta es de las de premio, por tratarse de uno de los miradores más altos de toda la ciudad. A apenas 10 minutos a pie de distancia, la Casa Independiente (Largo do Intendente Pina Manique, 45) es el lugar idóneo para tomar algo antes de continuar caminando la ciudad. Un antiguo palacio en desuso al que una asociación decidió darle una segunda vida como bar con diferentes espacios en cada una de sus plantas –incluida una terraza–, donde cada día acontecen conciertos, sesiones de DJ, proyecciones y todo tipo de propuestas para todos los públicos.

No podemos irnos de la Capital Mundial de los Azulejos sin llevarnos un pequeño souvenir como recuerdo de nuestro paso por ella. Muy próxima a la Casa Independiente, encontramos la tienda Cortiço & Netos (R. Maria Andrade, 37D) con una colección de piezas únicas que se remontan hasta 1960 y que son todo un regalo del patrimonio industrial portugués. Fue el propio Joaquim José Cortiço, el que, entre los años 1979 y 2013, se dedicó a buscar, coleccionar y comercializar todo tipo de azulejos y en la actualidad, se mantiene su legado a través de este bello proyecto.

Vistas desde el mirador de Graça.

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Continuamos descendiendo hasta alcanzar el Mirador de Graça y posteriormente un poco más hasta el Castillo de San Jorge que, más que castillo, son las ruinas del mismo. Con función de Palacio Real a partir del siglo XIII, fueron necesarias varias intervenciones y obras de restauración durante el siglo XX para que hoy sea considerado uno de los atractivos turísticos más visitados de la ciudad y Monumento Nacional por Decreto desde 1910.

19:30h. En esta ocasión seremos testigos del atardecer lisboeta desde el Mirador San Pedro de Alcántara, en la parte más elevada del Barrio Alto y justo en la puerta de entrada del barrio Príncipe Real. Tras la puesta de sol y antes de dar paso a la cena, nada como dar un paseo por esta zona repleta de casas con encanto, tiendas alternativas, wine bars, anticuarios y galerías de arte, dejando pruebas sobre esa Lisboa arrebatadora y bella.

21:00h. En la otra parte del Jardín Botánico de Lisboa, nuestra cita para cenar la tenemos en la Milla de Oro de Lisboa –concretamente, en el número 164 de la avenida da Liberdade–, en el restaurante Sitio. Perteneciente a la propuesta gastronómica de Valverde Lisboa Hotel & Garden, se trata de una propuesta capitaneada por el chef Bruno Caetano Oliveira que, junto con su equipo, han confeccionado un menú de temporada con platos de autor con esencia portuguesa. Este se basa en recuerdos, referencias y tradiciones de la rica gastronomía del país, fusionado con sabores y aromas procedentes de otras partes del mundo.

Parada gastronómica: el restaurante Sitio.

Sitio

Obligatorio acompañar la velada con alguna de las tantas referencias de vino que disponen en el restaurante –¡alguno incluso elaborado por ellos mismos!– o con alguno de sus cócteles de autor que estarán encantados de explicarnos al momento. Son creaciones que, además de estar a la altura del lugar, son el reclamo perfecto para nuestro feed de Instagram por sus ingredientes y presentaciones. Si nos pilla buen tiempo, nada como cerrar la noche en su patio repleto de vegetación y donde si la suerte está de nuestro lado, puede ser que encontremos música en directo con la que amenizar nuestro encuentro.

23:30h. Si aún tenemos ganas de más, queda Lisboa para rato. Muy próximas al restaurante Sitio acontecen nombres de coctelerías que bien merecen un alto en el camino en nuestro paso por la noche lisboeta. Empezando por Red Frog Speakeasy (Praça da Alegria, 66b), posicionada en el puesto 88º dentro de la selección The World's 50 Best Bars; y otras coctelerías, como la carismática y peculiar Pavilhão Chinês (R. Dom Pedro V, 89), la íntima Toca da Raposa (R. da Condessa, 45), la siempre dispuesta Cinco Lounge (R. Ruben A. Leitão, 17A) o la bohemia Foxtrot ( Tv. Santa Teresa, 28).

Ver fotos: postales vintage de Lisboa

DOMINGO

10:00h. La Lisboa de los navegantes y descubridores. Hoy comenzamos nuestra visita en una de las zonas históricas más monumentales de la ciudad, Belém, desde donde partían en los siglos XV y XVI muchos de los grandes exploradores portugueses a la conquista de tierras desconocidas, como Vasco da Gama o Bartolomeu Dias. Pero antes de la inmersión histórica, imprescindible cumplir con el ineludible ritual de sentarse en la sala de azulejos de la Antiga Confeitaria de Belém para deleitarnos con los famosos pasteles de nata. Aunque habremos estado todo el fin de semana degustándolos por toda la ciudad, este es el sitio obligatorio para tomarlos.

Tenemos una cita obligatoria en la Torre de Belém.

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A partir de ahí, imperdible el Monasterio de los Jerónimos, sin duda el símbolo más impresionante del poder y riqueza portuguesa en la época de los descubrimientos. De estilo manuelino, fue construido en el siglo XVI para conmemorar el viaje de Vasco de Gama. Otros puntos de interés son el Monumento de los Descubrimientos y la Torre de Belém, una elegante torre de estilo manuelino erigida como atalaya de defensa.

13:00h. A la hora de comer nos volvemos al centro neurálgico de la ciudad para seguir saboreando hasta el fin de nuestro viaje la deliciosa gastronomía lisboeta. En esta ocasión lo hacemos en el restaurante del hotel hermano mayor de AlmaLusa Alfama. A muy pocos pasos de la plaza del Comercio, localizamos AlmaLusa Baixa/Chiado y en su interior, el restaurante Delfina, una excelente propuesta abierta al público en forma de cantina portuguesa donde encontraremos opciones como la sopa de peixe, los pasteles de bacalhau, el famoso bacalhau à Brás, el arroz de pato especial del chef o el pulpo al horno.

17:00h. Poco a poco toca despedirse de Lisboa exprimiendo cada momento como si fuera el último. La tarde del domingo la empezamos en LX Factory (R. Rodrigues de Faria, 103), un histórico complejo industrial que nos recuerda un poco a Darwin en Burdeos o al barrio NDSM en Ámsterdam. Ecosistemas urbanos que son un regalo para el local y un atractivo para el viajero, distribuido en diferentes espacios artísticos y otros destinados a zonas de restauración.

LX Factory rebosa cultura.

Vita Maksymets / Unsplash

19:00h. Si cruzamos el icónico Puente 25 de Abril que atraviesa el estuario del río Tajo, podemos alcanzar la zona de freguesias portuguesas del sur. Concretamente en Almada encontramos el Santuario Nacional de Cristo Rey desde donde se aprecian uno de los atardeceres más impresionantes de toda Lisboa. Siempre que el cielo esté despejado, los tonos rojizos de la puesta de sol se fusionan a la perfección con el rojo del puente y el azul del agua del estuario.

Antes de regresar de vuelta al centro, podemos darnos un festín a base de platos típicos portugueses desde Ponto Final (R. do Ginjal, 72). ¡Ya solo por las vistas habrá merecido la pena el viaje hasta aquí! Ahora sí que toca despedirse, pero no hace falta irse de vuelta a casa tan pronto. Sintra, Cascais, Costa da Caparica, Melides y Comporta ¡nos esperan! ¿Nos dejamos cautivar?

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