First in: AlmaLusa Alfama, donde todo es Portugal

El tercer hotel boutique de AlmaLusa abre sus puertas en un edificio del barrio histórico de Lisboa, con vistas al Tajo. ¿Su filosofía? Un trato exquisito pero informal, con marcado acento portugués.
Fachada del AlmaLusa Alfama Lisboa
Andre Moura Pires

Lisboa tiene infinitas historias que contar. Una de ellas la desgrana con ilusión el conductor que nos lleva del aeropuerto al nuevo AlmaLusa Alfama. Él estuvo presente en la Revolución de los Claveles, en 1974, que acabó con una larga dictadura en el país vecino. “Tenía 18 años”, cuenta a Condé Nast Traveler. “Yo vi a la primera señora que metió el clavel en una escopeta”, dice con orgullo. “Aún vive aquel primer soldado que se negó a cargar contra los manifestantes”. Para él, es importante que “quienes cuentan historias, cuenten esta, para que no se olvide”, y nos remite a una visita al Museu do Aljube Resistência e Liberdade, a pocos minutos del hotel que venimos a visitar.

Lisboa tiene infinitas historias que contar, sí, pero la que nos ocupa ahora es la apertura del tercer hotel de AlmaLusa, un proyecto hotelero que lleva siete años asentando su concepto de festejar lo portugués desde que abrió en 2016 su otro hotel lisboeta, AlmaLusa Baixa/Chiado. Tienen otro en Comporta, que se inauguró en 2022.

Llegamos en una mañana muy soleada al AlmaLusa Alfama, aún en periodo de soft opening, ubicado en la plaza Campo das Cebolas, la cual recibe su nombre del histórico Mercado da Ribeira Velha (se celebraba entre los siglos XVI y XVIII) y que tuvo una vida anterior en forma de playa.

Vistas desde una suite deluxe del AlmaLusa Alfama.

Andre Moura Pires

Allí nos reciben los artífices de este coqueto hotel de 25 habitaciones con impresionantes vistas del río Tajo, Miguel Simões de Almeida, fundador y CEO de AlmaLusa Hotels, y Sofia Brandão, directora de operaciones de AlmaLusa Hotels. Somos el único huésped del hotel y es un placer tener la oportunidad de charlar con quienes están contribuyendo a cambiar el concepto hotelero en una ciudad tan atractiva para los turistas como es la capital portuguesa.

Miguel, que pertenece a una estirpe familiar hotelera, ha trabajado en el Orient Express (antes de que fuera Belmond) e ideó el (ahora Six Senses) Douro Valley, ha criado a sus tres hijos en un hotel de Bora Bora. Sofia también ha sido parte de importantes proyectos como el Sheraton de Porto, su ciudad natal, o Small Luxury Hotels, y ha vivido mucho tiempo en Canarias.

Trabajan juntos desde 2006. En aquel entonces en Alfama aún no existía el buen ambiente de ahora, ni había tampoco en la ciudad hoteles boutique como este. Hace 7 años que abrieron AlmaLusa Baixa/Chiado, que está a 8 minutos andando de este, quedando entre ambos la popular Praça do Comérçio.

Suite deluxe del AlmaLusa Alfama.

Andre Moura Pires

Detalle de la decoración.

Andre Moura Pires

POR QUÉ RESERVAR

Puede decirse que el barrio histórico de Alfama es el alma de la ciudad y, como nos explica Sofía, no es fácil dar con una buena ubicación como la que ofrece este hotel y, al mismo tiempo, ofrecer un ambiente tranquilo y sin ruido a los huéspedes. Se encuentra muy cercano, además, a las estaciones de tren que llevan a Sintra y Cascais, lo que permite completar la experiencia viajera, y es además una oda a todo lo portugués, desde el interiorismo hasta la gastronomía, pasando por el trato cercano y amabilísimo de su equipo.

Su precio es, por otra parte, muy competitivo (a partir de 145€ la noche y con tarifas especiales durante las semanas de apertura). Para Navidad ya tienen previsto llenar bastante, y más aún en fin de año, momento en que los mercadillos y los fuegos artificiales sobre el Tajo se convertirán en un precioso reclamo.

EL AMBIENTE

Es precisamente lo que uno espera de Lisboa: un entorno de callejones y calles empinadas, tranvías antiguos, cafés, vistas al río… A cuatro pasos del hotel se encuentra la Casa dos Bicos, centro arqueológico y buen ejemplo de arquitectura civil del siglo XVI, con una singular fachada vestida de rombos y azulejos mudéjares. Algunos de los restos que conserva tienen más de 2.000 años –pueden visitarse de forma gratuita– y también alberga la Fundación José Saramago, que incluye una preciosa librería dedicada al autor Nobel.

Tranvía en Alfama.

Alexander Spatari/ Getty Images

Desde 2016, gracias a una profunda reforma, Campo das Cebolas se convirtió en la bulliciosa y alegre plaza que hoy supone para los huéspedes del hotel su primer contacto con la ciudad. Durante aquellas obras surgieron importantes hallazgos arqueológicos, entre ellos siete barcos y tramos de muralla que representan los antiguos límites de la ciudad, integrados hoy en día en un aparcamiento. Nota curiosa: aquí se creó la primera señal de tráfico de toda Europa, destinada a poner orden entre los ansiosos comerciantes que llegaban vía marítima.

Cerca del hotel, además, encontramos algunas de las mejores tiendas de Lisboa, como A Vida Portuguesa (ojo, que esta localización en Anchieta 11 de la icónica tienda cierra pronto… precisamente porque abrirán un hotel en el edificio), Sapataria do Carmo, Livraria Bertrand, Luvaria Ulisses, la concept store The Feeting Room (con joyería de Carolina Curado) o Benamôr, así como restaurantes célebres (Ramiro, Solar dos Presuntos) y estupendas nuevas propuestas gastronómicas farm to table (VDB Bistronomie, O Velho Eurico, Tasca Baldracca…).

En definitiva, estamos en una zona de moda emergente y muy segura, aunque, eso sí, dado su pasado algo turbulento, todavía requiere de cierta precaución en determinados momentos de la noche.

Delfina, para desayunos y tapas.

@clara_laguna

Carla Sousa, chef de AlmaLusa.

@clara_laguna

EL HOTEL

La primera impresión del AlmaLusa Alfama es que es muy, muy acogedor. El sol inunda a raudales su pequeño café Delfina, decorado con mapas antiguos seleccionados por el propio Miguel. De hecho, todo el interiorismo es obra suya, incluso la elección del perfume del hotel, con notas de canela. Este espacio gastronómico está integrado en la planta baja junto al mostrador de recepción y pronto obtendrán autorización para abrir una terraza, que sacará todo el partido a esta buena orientación.

La decoración –que se erige sobre un edificio del siglo XII largamente abandonado, salvo por la existencia en la planta baja de una tasca– es más luminosa que la de su ‘hermano’ de Baixa/Chiado, algo más mate y rústico. El que nos ocupa presenta un aire más mediterráneo y ligero, con una paleta beige, verde y tierra y suelos y muebles de madera, con piezas de ratán. Ahora mismo, lo encontramos engalanado con mimo para las fiestas navideñas, con monísimos muñecos de Papá Noel sobre las chimeneas decorativas y las puertas de las habitaciones.

El hotel es LGTBQI+ friendly y, puesto que ofrece más habitaciones conectadas que su hotel ‘hermano’, también podríamos considerarlo más familiar. “La idea es ofrecer un buen servicio al mismo tiempo que vives una experiencia local y te sientes como en casa”, nos cuenta Luísa Gomes, manager de los dos hoteles del grupo AlmaLusa en Lisboa.

Desayuno en la habitación.

Andre Moura Pires

Pastéis de Belém.

Andre Moura Pires

LA HISTORIA

Si el hotel de Baixa/Chiado se construyó en la antigua armería real, que data del siglo XVIII, el edificio de este de Alfama es aún más antiguo. En él se han encontrado restos (preservados, pero no visibles al público) de una casa romana con patio interior, lo cual induce a pensar que aquí vivieron personas acomodadas de aquella época.

Los amantes de la historia disfrutarán también sabiendo que el diseño arquitectónico de la fachada es de estilo pombalino y que alberga el histórico Arco das Portas do Mar, eco de aquellas históricas murallas defensivas: las primeras datan del siglo IV, construidas por los romanos y usadas luego por los visigodos y los musulmanes; en el siglo XIV, el rey Fernando construyó una nueva muralla a lo largo del paseo marítimo, incorporando segmentos de la anterior.

LAS HABITACIONES

Luminosas y cálidas, funcionales pero con detalles encantadores (como los enchufes ocultos de forma muy inteligente), las 25 habitaciones son muy diferentes entre sí. Las tres suites son más grandes y tienen buenas panorámicas del río; otras tienen vistas a La Se y a Alfama, y algunas a un patio interior. Ninguna tiene bañera, por motivos de sostenibilidad y diseño del espacio, pero sí amplias duchas. El albornoz hay que solicitarlo en recepción, siguiendo la filosofía de dar al huésped solo lo que necesita, sin abrumar ni gastar innecesariamente.

Habitación 24, con tres ventanas que dan al Tajo.

@clara_laguna

Detalle de la cama.

@clara_laguna

Las amenities son de la firma portuguesa Benamôr –también se venden en recepción, además del propio merchandising del hotel, con sello luso– y las cerámicas portuguesas decorativas vienen en forma de jarroncitos y bandejas. Los muebles del baño son de la portuguesa Sanindusa y, en cuanto a la cama, Miguel lleva años estudiándolo y ha dado con la fórmula perfecta: colchones portugueses de Colmol y sábanas de algodón percal portugués (del distribuidor Hotelar) de 600 hilos. No podía ser de otra forma, dada la prestigiosa tradición textil del país vecino.

El sobrecolchón antialérgico, sin plumas, hará que tu descanso llegue a otro nivel y es de la marca portuguesa Pato Rico. También encontrarás un 'mantel' cubrecama típico del norte, de Pereira da Cunha. El suelo, cubierto de moqueta rústica, cruje levemente en algunos puntos para recordarnos que estamos en un lugar con historia.

GASTRONOMÍA

Difícilmente olvidarás los croissants del desayuno, caseros y tan ligeros y deliciosos que habrá valido la pena el viaje solo para probarlos. Además, queso de Isla (Azores) y Mistura, panes de A Padaria Portuguesa, zumos de naranja y detox o tropical naturales, jamón, fruta en macedonia o láminas, huevos al gusto, increíbles mermeladas caseras, salmón ahumado, crème fraîche, yogures, compotas y dulces caseros.

La chef de AlmaLusa Alfama y AlmaLusa Baixa/Chiado, Carla Sousa, tiene raíces africanas que aportan un toque muy especial a las recetas portuguesas de su carta, todavía en construcción en el caso de Alfama. Degustamos su increíblemente esponjoso bizcocho de naranja en el desayuno y también sus platos en el hotel ‘hermano’ (tempura de judía verde o ‘peixinhos’ de la huerta con sala de jengibre y limón, que nos sirve de excusa para descubrir que fueron los portugueses quienes llevaron a Japón esta técnica culinaria, gambas al ajillo, ‘pica-pau’ de solomillo…), para comprobar que su cocina es de confort, casera y sencilla, razón seguramente por la cual atrae a muchos locales.

Baño en la suite deluxe del AlmaLusa Alfama.

Andre Moura Pires

El Delfina Café del AmaLusa Alfama todavía no funciona como restaurante (hasta enero de 2024 solo sirve desayunos, en un formato mixto de bufé y carta en función del número de huéspedes), pero su concepto será de cócteles, vinos y tapeo portugués: croquetas de bacalao, jamón, ensalada de pulpo, bacalao con garbanzos… Estará en funcionamiento durante todo el día y su carta servirá también como room service. Con la gran oferta de restauración que hay en el entorno, incluyendo el delicioso restaurante de su gemelo de Baixa Chiado, no han querido proponer un espacio ‘de concepto’, sino sacar partido simplemente a un espacio informal con una gran terraza soleada donde también se espera que recalen los viajeros de cruceros que desembarcan ahí a poca distancia. Los huéspedes tienen a su disposición también un córner de café e infusiones de autoservicio las 24 horas.

EQUIPO

“La idea es traer el saber hacer de las grandes cadenas a un hotel boutique”, resume Luísa Gomes, hotel manager. En cuanto al servicio del nuevo hotel, compuesto de unas 25-27 personas, aspira a ser una extensión del otro. Damos fe de que la cercanía es su leit motiv: el equipo de recepción opera como concierge, y te ofrecen un iPhone al llegar para estar en contacto (no hay teléfonos fijos en las habitaciones). Te ayudarán en lo que necesites (recomendaciones, direcciones…) siempre con una sonrisa.

La habitación se limpia una vez al día, a no ser que el cliente no lo desee, y por la tarde se suele hacer una ronda para preparar la noche, dejando las zapatillas junto a la cama y bajando las persianas. “Lo que deseamos es que se establezca una relación con nuestros huéspedes, que la llave sea tradicional no es casual, esto obliga a dejarla al salir, momento en el cual el personal aprovecha para preguntar si todo va bien y si necesitan algo”.

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SOSTENIBILIDAD

Para las amenities de Benamôr no utilizan plásticos de un solo uso, sino dispensadores rellenables, y en el desayuno se trabajan muchas opciones a la carta para reducir al máximo el derroche de alimentos. Tampoco hay bañeras ni minibar en el sentido clásico. Sí hay neverita en la habitación por si se necesita dejar medicinas, por ejemplo.

Detalle de la escalera del AlmaLusa Alfama, que ha preservado el material original.

Andre Moura Pires

Papel de pared en la segunda planta del hotel.

Andre Moura Pires

ACCESIBILIDAD

Cuentan con una habitación adaptada y ascensor.

BIENESTAR

AlmaLusa Alfama no tiene spa, pero sí hay disponible una carta de masajes en la habitación previa reserva (no todas lo permiten, por motivos de espacio), que incluyen un protocolo deportivo, contra el jet lag, relajante…

EL DETALLE

Sofia quedó prendada de las arqueólogas que organizan visitas con Time Travellers y no dudó en ficharlas para que estuviesen a disposición de los huéspedes. “No son guías al uso, sino que te dan una perspectiva muy rica y profunda de la historia de la zona. Se pueden hacer visitas en grupo o individualmente”. Sin duda, una manera muy diferente de acercarse a esas infinitas historias que nos ofrece Lisboa.

Fachada del hotel AlmaLusa Alfama Lisboa.

Andre Moura Pires

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