Alegrete (Portugal), el pueblo con efecto placebo

El rincón de esencia alentejana al que llegar sin avisar.
Alegrete. Algarve. Portugal
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Alegrete (Portugal) se encuentra en el norte del Alentejo, una región que nos abre sus puertas para sorprendernos con una desconocida población que ensalza como pocas el sosiego alentejano, contagiándonos de paz con su apacible ambiente y relajando nuestros pasos bajo la hipnótica blancura de su caserío y la silueta de la sierra de São Mamede como telón de fondo. Bienvenidos a Alegrete, el pueblo portugués con efecto placebo.

UN LUGAR PARA REDACTAR UN VERSO

Al acercarnos a esta freguesía del distrito de Portalegre observamos un discreto muro cuya blancura solo es alterada por unos versos pintados de negro. Su mensaje nos deja notar que “Alegrete es una linda tierra / llena de gracia y poesía / Nos encanta su sierra con su dulce armonía”. Y en verdad es esa la impresión que obtenemos mientras observamos el conjunto del núcleo urbano con su vetusto castillo coronándolo, un lugar cargado de poesía y encanto que consigue de inmediato un golpe de efecto impregnado de tranquilidad.

Vistas de Alegrete desde su castillo.

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Nos hallamos inmersos en los límites del Parque Natural de la Sierra de São Mamede, a poco más de 30 kilómetros hacia el sur de la célebre población de Marvão y a escasos kilómetros de la frontera con España, bajo la influencia de la Raya que separa y, al mismo tiempo, une ambos países.

Alegrete es una pequeña localidad que ronda los 2.000 habitantes. Un entramado de casas blancas donde, de vez en cuando, nos sorprenden vistosos colores que decoran algunos edificios destacados como la iglesia Matriz de São João Baptista o la Torre del Reloj, que despuntan como atalayas entre el resto de viviendas.

Aunque, si hay una construcción que destaca sobre las demás es el castillo, histórica fortaleza que formó parte del sistema defensivo de frontera durante la Edad Media, además del origen del posterior desarrollo de la villa, constituida como tal a principios del siglo XIV. Declarado Monumento Nacional, ofrece en la actualidad un conjunto militar de planta irregular conformado por varias murallas, torreones y una puerta principal que sirve de entrada al recinto y que constituye la parte mejor conservada del conjunto.

Matriz de São João Baptista y Torre del reloj.

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Si bien el interior se encuentra mayormente en ruinas, es posible caminar libremente por él y subir hasta algunos de los adarves que aún se mantienen en pie, pudiendo recorrer pequeños espacios de la muralla. Mientras, unas escaleras de metal permiten asomarse desde el castillo en su parte más elevada y admirar las increíbles vistas de todo el entorno, con los campos cultivados de olivos en un primer término y la sierra frente a nuestras miradas.

LA ARMONÍA DE LA NATURALEZA

Las calles empedradas y las casas blancas de Alegrete son toda una oda al disfrute sereno del paseo, al tiempo que las vistas desde el castillo no pueden casar mejor con el estado de paz en el que nos sumimos. Los paisajes que contemplamos desde lo alto reflejan esa perfecta armonía entre núcleos rurales tan apacibles como Alegrete y un entorno natural extraordinario.

Desde los casi 500 metros de altitud en los que se sitúa el pueblo nos lanzamos a descubrir esa naturaleza serrana que nos envuelve. Los campos de esencia alentejana dan rápidamente paso a enclaves de una gran riqueza natural.

Casas blancas de Alegrete.

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El parque acoge en este sector bellos rincones, muy agradables de recorrer. Una ruta circular que parte desde las afueras de la localidad, así como el corredor ecológico de Alegrete, nos conduce hasta las corrientes de agua de los alrededores o los puntos de observación de aves ribereñas o de especies rapaces, como es el caso, para estas últimas, de la Torre das Rapinas.

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Un poco más alejadas del núcleo de Alegrete, pero a una distancia asequible para llegar andando, no podemos dejar de conocer las cascadas de la zona, algunas de las cuales son de las más apreciadas de la sierra de São Mamede. La cascada de la Ribera de Arronches, la de Pego do Inferno, la de Cabroeira o la de São Julião son espacios naturales idílicos a los que merece la pena llegar, a pesar de que no siempre dispondremos de accesos fáciles. Sitios todos ellos que, como ocurre con el pueblo de Alegrete, cuentan con la ventaja añadida de ser poco frecuentados.

Alegrete (Portugal) es la escapada slow que buscas querido viajero, ¿nos vamos?

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