“Ideas para bodas” es una búsqueda de lo más común en internet. Y es que hay quien comienza a celebrar el gran día hasta un año y medio antes, lo que deja muchas jornadas para investigar qué tipo de enlace es el que más nos seduce llevar a cabo.
Porque está claro que, de un tiempo a esta parte, el abanico de posibilidades del “cómo debe ser una boda” se ha abierto muchísimo. Pero aún puede hacerlo más: de hecho, si todos acudimos a fuentes como Pinterest para inspirarnos, finalmente, pensando que somos originales, estaremos cayendo una y otra vez en los mismos clichés.
Existe, sin embargo, quien ha escapado de ellos, quien ha logrado llevar a cabo celebraciones realmente a medida de los novios y las novias, con propuestas como organizar una boda en medio de un bosque, bajo una carpa de circo. O en plataformas sobre el agua, con los invitados dispuestos en kayaks. Gente que ha pensado que casarse en la puerta de su casa podía ser una buena idea, o que, como colofón a su fiesta, ha decidido romper piñatas elaboradas a imagen y semejanza de los contrayentes, casi a tamaño real.
Todas estas gloriosas iniciativas están en What a Wedding! (Gestalten, 2021), un volumen lleno de preciosas fotos de bodas con carácter y trucos e ideas fascinantes para asegurarnos de que la nuestra sea también un evento inolvidable. Aquí van algunos de ellos:
Jaimee y Adam son la pareja que decidió replicarse en forma de piñata, un detalle divertido y dulce, pues ambas están repletas de caramelos. Pero no eran las únicas que había en el hotel del Joshua Tree National Park que eligieron como sala de fiestas: estos elementos mexicanos, de todo tipo de formas, conformaban la decoración principal de un evento lleno de color.
Y hablando de color, aquí va otro detalle: los novios pidieron a sus invitados que se vistieran de un tono único y brillante para la boda, dando lugar a un precioso arco iris en cada una de las fotos.
¿Otra idea maravillosa? ¡El regalo para los invitados! Compuesto por una bolsa de tela amarilla serigrafiada con un retrato de la pareja, lleva dentro planes turísticos para recorrer la preciosa zona del parque, más caramelos, palomitas con queso y picante y un par de preciosas botellas de agua. En otras palabras: todo lo que se necesita para una pequeña excursión por la zona.
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Ahora que los food trucks ya casi se dan por hecho en cualquier boda, es hora de darle personalidad a los nuestros. En esta boda marroquí se consigue pintando el carro tal y como se decoran esos que venden fruta en mercados como los de Jemaa el Fna, en la mágica Marrakech. Además, bajo el calor desértico de la zona, nada como melones y sandías para refrescarse.
¿Otra interesante propuesta para que los invitados se sirvan por sí mismos? ¡Un precioso bar de margaritas! La mezcla está preparada, y el tequila te lo puedes llevar a casa de regalo.
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Sencilla e inolvidable: esta zona de chill out, informal y sin pretensiones, invita a amigos y familiares a descansar cuando lo necesiten. La propuesta forma parte del setting de la boda bajo la carpa de circo que mencionábamos al principio.
Si el campo sirve de sofá improvisado, las escaleras de la entrada de tu casa pueden ser el altar que necesitas. Por supuesto, si vives en un barrio residencial (como este de Brooklyn), puedes invitar a todos tus vecinos y cortar ese día la calle, convirtiéndola en una fiesta. Es lo que hicieron Gaby y Timah, que decidieron retransmitir el enlace vía Zoom para aquellos familiares que vivían lejos… o que, en medio de una pandemia, no pudieron desplazarse.
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Necesitarás un precioso arreglo floral, música -el violinista se sentaba en la entrada dispuesta bajo las escaleras-, invitados -ellas tuvieron 15, además de a los vecinos y vecinas celebrando desde sus balcones- y montar un bufé en la acera para disfrutar de una fiesta sencilla pero bellísima.
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¿Por qué casarte a la orilla del lago… cuando puedes casarte en el lago mismo? Eso es lo que pensaron Katja y Tom, que hicieron del precioso Kala Ezers, en Letonia, el altar más inolvidable.
La fiesta, llena de detalles únicos, comenzó en el propio tren de Riga, la capital. Desde allí, los invitados debían trasladarse a este rincón del campo letón, a más de 250 kilómetros de distancia, lo que hicieron organizando una yincana para familiares y amigos.
Una vez cerca del lago, se alojaron en cabañas y se levantaron antes del amanecer para remar en sus kayaks hasta la plataforma donde tendría lugar el enlace con la salida del sol -previa parada en otro muelle decorado a modo de cafetería, para disfrutar del brebaje caliente durante la ceremonia-.
Había músicos en otro de los estrados de maderas sobre el lago, y en la orilla, un desayuno con champán. Después, vuelta a dormir, para seguir con la ceremonia al mediodía, bien descansados.
Salvaje, puro y ancestral; así fue el banquete que se encontraron los invitados de la inolvidable boda en el lago cuando se levantaron, con la naturaleza como protagonista. ¿Acaso hay algo mejor que una sopa caliente recién cocinada al fuego, en mitad del bosque?
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