Reseña: Mamula Island, Boka Bay, Montenegro
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Las gaviotas sobrevuelan el viejo monasterio de piedra, y los Alpes dináricos asoman en el horizonte tras las aguas cristalinas de la costa, junto a la que se agolpan cabañas de pescadores, palacios de mercantes venecianos e iglesias ortodoxas. En este lugar, donde el fino saliente de tierra que marca el final de la costa croata se hunde en el Adriático, junto a la bahía de Kotor, en Montenegro, las imponentes paredes de piedra caliza de la torre central del hotel Mamula Island se alzan sobre un islote rocoso.
La propiedad, que ha dado nueva vida a un fuerte del siglo XIX, sin dejar de preservar su majestuosidad marcial, tiene 32 habitaciones y suites, repartidas en característicos espacios abovedados que solían ser salas de cañones y cuarteles de oficiales, ahora suavizados con telas naturales, metales de tonos cálidos, roble y curvas suaves.
Las vistas, que aúnan mar, montaña y cielo, parecen integrarse en el propio hotel: la carta de los tres restaurantes incluye ostras locales y langosta recién pescada, el bar de la muralla sirve cócteles aromatizados con pino y olivas mediterráneas y los rituales holísticos del spa utilizan esponjas de mar y piedra caliza local en apacibles salas de piedra. Los huéspedes podrán relajarse con sesiones de yoga al amanecer o echarse en la pequeña playa de la isla a disfrutar de la brisa.
Al otro lado del agua se encuentran las cuevas litorales, fuertes abandonados y túneles submarinos de la península de Luštica, y con un breve paseo en barco se llega a Kotor, la preciosa ciudad de murallas medievales, a Herceg Novi y a los impresionantes puertos de Porto Montenegro y Portonovi. Desde 498€.
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