Las mejores coctelerías de Madrid

Llueva, truene o haga sol, estas coctelerías nunca fallan. Con un trato excelente y unos cócteles de impresión, convierten la perfección en la copa en todo un arte.
Uno de los cócteles de Momus con oki cítricos t verde geranio y C02.nbsp
Fernanda Garnica

Madrid es sus bares, sus noches inolvidables. Y además, hoy más que nunca, las coctelerías de Madrid dan sentido a una de las propuestas más potentes de España y, por qué no, del mundo. Una donde los clásicos se bordan y comparten espacio con elaboraciones creativas y únicas, creadas por bartenders en busca del mejor trago.

Hablamos de un sector que poco a poco ha ido ganándose su merecido lugar y que, tras años de largo letargo, ha logrado que los españoles integren el cóctel en una tradición hasta ahora reservada para vinos y cervezas. Así, la coctelería ha sabido apelar al gusto de madrileños y visitantes basándose en los parámetros del buen beber, haciéndole ojitos a la hora del aperitivo, integrándose en las sobremesas. sabiendo aprovechar los mejores momentos que el ocio regala justo antes de la hora cena, esa que roza a diario con la salida del trabajo. Afterwork le llaman algunos.

Quienes antes desconocían el poder de un Negroni ahora se rinden ante él. Mientras, otros cuentan con el Whisky Sour como su cóctel de cabecera y, sin darse cuenta, incluso ya dominan el arte del speakeasy, en el que una contraseña secreta es capaz de abrir las puertas de un nuevo mundo de (líquidas) posibilidades. Es increíble, pero pase lo que pase, Madrid siempre logra brillar en el reflejo de un chin chin. Es por ello que hoy homenajeamos a las que consideramos a las mejores coctelerías de Madrid y, cómo no, a los equipos que se encuentran, día tras día, detrás de sus reconfortantes barras.

SANTOS Y DESAMPARADOS (Costanilla de los Desamparados, 4)

Uno de los favoritos de premios como Top Cocktail Bars, así como merecedor de galardones como el de Bares y Tragos de la Academia Madrileña de Gastronomía. “Santos” destaca por ser un bar de estética gótica y música rock –un día Nick Cave suena de fondo y otro, The Flaming Lips, Smashing Pumpkins o David Bowie– liderado por Alberto Villaroel, cuya obsesión es la de recrear un “bar oscuro” en el que, según cuenta, “la profesionalidad y ausencia de teatralidad en el servicio contrasta con los elementos barrocos del decorado y el ambiente”.

Escuchar al cliente y adaptarse a sus preferencias ha sido un factor condicionante en el crecimiento de Santos y Desamparados, lo cual le ha llevado a crear elaboraciones clásicas llevadas a su máxima expresión, así como una recopilación de los favoritos elegidos por decisión popular a lo largo de los años.

Ejemplos de éxitos de su carta actual son el Bamboo Macho –con vino fino en rama de Jerez, vermú seco, vermú dulce, plátano macho y bitter de naranja– o el Dragón Amarillo –con tequila infusionado en ají amarillo, pomelo, fruta de la pasión y espuma de albaricoques ahumados–.

Bamboo Macho.

Santos y Desamparados

NIFUNIFA (San Joaquín, 14)

En el espacio que una vez ocupó Bar Lozano, en el barrio de Malasaña, Runju Zhu y Han Liu se aventuran con su primer proyecto de hostelería: divertido, manteniendo el espírito rockero del barrio y experimentando con cócteles clásicos, pero también con algunos propios de la casa. “Tenemos una carta bastante amplia que opera con todos los sabores y alcoholes. Trabajamos un poco de todo, aunque mis favoritos son siempre aquellas elaboraciones que incluyen mezcales y whiskeys”, nos cuenta Zhu.

Pero, ¿de dónde surge tan particular nombre? “Es una expresión en español que me gusta mucho. Ni bueno ni malo: NI FUlastre NI FAbuloso”, explica Zhu. “Es un estado de equilibrio fuerte en el que buscar una vida en paz. Eso por un lado, porque por el otro considero que en el mundo coctelería no existe 'un top', valorar a una coctelería es algo relativa porque hay una inmensa variedad y miles formas buenas de preparar una bebida y orientar la experiencia del cliente”, declara. Y él, de algo sabe en lo que a este último punto se refiere, siempre elegante a la hora de tratar al cliente y delicado a la hora de elaborar un cóctel. “Me esfuerzo todo lo posible en ser fino, en no ser un ordinario y cuidar los detalles” añade. “Así que mis mayores respetos a los compañeros del sector, porque nosotros lo hacemos Ni Fu Ni Fa”.

Ni-Fu Ni-Fa Bar.Instagram / @nifunifabar

FAT CATS (Infante, 5)

El barrio de Las Letras acoge esta nueva coctelería de estética setentera que se vuelca en un homenaje a los Fat Cat Burglars, ladrones de los años 60 y 70 que invadieron los hogares de los estadounidenses más adinerados de la época. Apuntando alto, este espacio ha dejado su carte en manos del asesoramiento de 1862 Dry Bar, que ha dado como resultado una propuesta en la que “cada cóctel tiene un eco del pasado y cada noche será una aventura que transportará al cliente a una época lejana de esplendor y misterio, en el que la emoción y la diversión están asegurados”, según cuenta uno de sus propietarios, Shivank Singh. Es decir: un espacio –con un interiorismo concebido por Alejandra Pombo– que hace evolucionar a los clásicos conocidos y alabados por la historia de la coctelería con cócteles como el Boulevardier, que intervienen con rye whiskey, little blanc, bitter bianco y vermut Lustau; o nuestro favorito, el Black Cats, con ron blanco, olivas negras y cordial de cilantro: un (perfecto) twist entre el Gimlet y el Daiquiri.

Fat Cats, con un interiorismo de Alejandra Pombo.

Jennifer Novoa

HARVEYS (Fuencarral, 70)

Un hombre que recorría las barras con su mejor amigo y un conejo imaginario de 1,80 de altura llamado Harvey: las dos fuentes de inspiración de este túnel del tiempo a los años 50s’ ubicado en la calle Fuencarral (y con vistas a mudarse próximamente al espacio que una vez acogió al icónico bar Lady Pepa).

Como no podía ser de otra forma, el ambiente de este diner malasañero recubierto de terciopeolo rojo y ambientazo de lo más único lo crean cócteles clásicos, el sonido evocador de la gran era del blues y el rock’n’roll y, como por supuesto, burgers y comida de origen tex-mex. Su peculiar anfitrión es Edu Gutierrez, creador del proyecto y es el personaje detrás del espíritu de la barra donde los mejores bourbons y el espíritu del jerez se adueñan de los aromas y los sabores de los cócteles que mandan en el bar.

¿Nuestra recomendación? Pídete un Sazerac al más puro estilo New Orleans o decántate por uno de los grandes aperitivos de la coctelería primigenia como un Adonis.

Diner americano y cócteles clásicos.Instagram / @harveyscocktailbar

PICTURA RITZ (Plaza de la Lealtad, 5)

De entre las cenizas del clásico Ritz, ahora Ritz Mandarin Oriental, nace Pictura, un bar de espíritu atemporal y vocación de servicio de chaquetilla blanca. Aunque tienen una carta de autor, lo que de verdad aprecia el público internacional y el purista madrileño es su espectacular catálogo de cócteles clásicos: con una carta instalada en la cabeza de los bartenders que sin fallo, ejecutan a la perfección las recetas que han hecho grande el fílmico imaginario del bar de hotel.

Pocos sitios en España para acertar con un Daiquiri, un Old Fashioned, un Negroni o un Dry Martini, llegado a la mesa y la barra en su perfecta estructura y frío, proveniente de las manos de un mágico David Perez (mejor bartender de España en FIBAR 2021) y su equipo de barra. El ambiente, como buen hotel de lujo, es peculiar y nunca monótono, gracias al desfile de personajes que siempre aporta una barra de semejante calado.

El impecable y cuidado interiorismo toca el exceso gracias a los cuadros hiperealistas de personajes contemporáneos en trajes de época simulando una galería del Museo del Prado.

MARRUFO (Noviciado, 16)

Este espacio que rememora a una cantina mexicana (en honor a los orígenes de sus dueños) se encuentra en el local que una vez ocupó el mítico Casa Candi, por lo que aún mantiene ese guiño a los bares de toda la vida. “Por eso pensamos en ponerle un nombre propio y decidimos que fuera Marrufo, mi apellido”, nos explica Carlos Marrufo, que se curtió en el mundo de los destilados importando mezcal desde hace muchos años con su otra empresa, Enmezcalarte.

Es por ello que en su carta hay, sobre todo, cócteles clásicos y entre ellos, muchos con destilados de agave: mezcal y tequila. “Los hits son con mezcal como el Naked and Famous, El Diablo, o Pichichi, dos clásicos y uno de autor”, explica Marrufo. “Otro que le gusta mucho a la gente es el Electric Güera Acid Test, que lleva Gardeum, un licor de flor eléctrica que se hace en Asturias. Pero depende del humor con el que llegues a Marrufo, también saben bordar un Bloody Mary, un Marini o un Old Fashioned. ”También tenemos una amplia variedad de mezcales, Espadín siempre, pero a veces Tepextate, Madrecuixe… para tomar poquito a poco y con agua, para saborear y disfrutar como si lo estuvieses bebiendo en Oaxaca, que es dónde nací".

Pero quizás lo que más nos guste de este proyecto es su forma de vincularse con el barrio, de apoyarse en él para mantenerlo relevante. “La calle Noviciado tiene muchísimo encanto porque parece otra ciudad en el corazón de Madrid, pero el encanto en verdad son nuestros vecinos/as que nos han apoyado muchísimo en todo momento: la Frutería Vitaminas, El Lugarcito antes de que se fuera a Santa Isabel, Kitchen 154, Mercado Acre, la tienda de discos Marilians, Graciana Empanadas… junto a ellos hemos logrado hacer barrio. Y nos encanta. ¡Gracias!”

TARDE.O - (Paseo de la Castellana, 22)

La coctelería del madrileño hotel Rosewood Villa Magna no podía faltar en este listado. Porque tanto en su terraza cubierta como en su barra (nuestro enclave predilecto), lo que caracteriza a espacio es la seducción del comensal con una carta extensa y siempre impecable. Los clásicos bien ejecutados siempre hacen acto de presencia, junto con propuestas únicas como la de un Negroni Tasting: en la que un Negroni Bianco Seco se acompaña de una ostra fresca fina de Claire Amélie, el Negroni Sonora semidulce llega junto a una gilda y el Negroni Clásico Dulce marida con queso manchego.

Este 2024 Tarde.O romper esquemas incorporando también un concepto más innovador en el que los cócteles buscan una conexión con el arte local. Ejemplo número uno, la alianza de Tarde.O con Andrés Reisinger, que expondrá su arte digital –del 8 al 11 de abril– en la pantalla integrada de la coctelería (y su icónica silla "Hortensia" en el lobby). En la copa, la magia se queda a cargo del recién incorporado bartender Arturo Buzio, que desde 2017 fue miembro del equipo del legendario Scarfes Bar, en el hotel Rosewood London, uno de los mejores del mundo y que, a su llegada a Madrid, dará vida a nuevas (y aún por revelarse) cartas de cócteles que buscan desafiar los límites de la imaginación.

Arturo Buzio, de Scarfes Bar.Tarde.O

ANGELITA  (Reina, 4)

La favorita de periodistas gastronómicos, expertos en coctelería y bartenders… y la que arrasa con todos los premios. Se encuentra en el sótano del restaurante homónimo, lo que ayuda a completar una experiencia que se centra en la gastronomía, el vino y los cócteles.

Angelita es uno de los pocos bares del mundo que puede presumir de llevar hasta el final el concepto “de la huerta al cóctel”, ya que el 90 por ciento de los productos utilizados en sus bebidas vienen del pequeño huerto familiar, situado en Zamora. El trabajo creativo de Mario Villalón, creador de esta coctelería, gira alrededor del vino, los destilados y lo productos cultivados por la familia, que siempre proporcionan el corazón de la bebida. Ya sea mediante fermentación, transformaciones enzimáticas, infusiones a baja temperatura o destilación, se aprovechan las propiedades de los productos de temporada para elaborar cócteles limpios y naturales.

Además, los garnishes son siempre comestibles y se producen con los residuos del proceso: el "cero desperdicio" ha sido siempre uno de los lemas de la familia Villalón y, para lograrlo, desde 2022 todos los cócteles de la carta de Angelita se elaboran y sirven sin hielo. Mediante el uso inteligente de técnicas que buscan la temperatura perfecta combinadas con una cristalería especialmente diseñada para mantener las bebidas a la temperatura perfecta. ¿La razón? Esto permite al bar ahorrar energía y agua, algo crucial dados los problemas de suministro de agua a los que se enfrenta España cada año.

Mandarina - Lavanda.Angelita

1862 DRY BAR (Pez, 27)

Alberto Martínez fue el primero en abrir la veda de la coctelería tradicional con espíritu moderno en Madrid. La calle Pez del barrio de Malasaña fue la afortunada ubicación de esta coctelería, que ya se incluye en el mapa internacional como una auténtica joya madrileña. La odisea de ofrecerle a los malasañeros una opción distinta a la de los cubatas y gin tonics no fue fácil. Llevó su tiempo, pero a estas alturas de su éxito, han quedado muy atrás aquellos días en los que la clientela se sentaba en sus mesas altas esperando copas de balón.

Sus recetas siguen el camino trazado por Jerry Thomas, el gran mentor de la coctelería allá por el año 1862, cuando publicó su libro (y el mismo año en el que se contruyó el edificio en el que se encuentra el Dry Bar). Modas aquí pocas, tradición mucha, pero también cócteles muy alcohólicos (tanto por la noche como a la hora del aperitivo) y servidos con máxima sencillez y sin más decoración que la belleza de las copas (únicas y antiguas) en las que se sirven. ¿Nuestro favorito de toda la carta? El Mai Tai, un espectáculo que recrea fielmente la receta original.

Abajo, cuenta con un espacio privado decorado con sillones de terciopelo rojo, una pequeña barra dentro de una cueva y una bodega de licores que ilumina la sala.

KFC (Kentucky Fresh Coconut), una de las creaciones de 1862 Dry Bar

Benjamin Sim

DEL DIEGO (Reina, 12)

Un clásico de clásicos y todo un referente. De esos lugares que los expertos adoran alabar y que nosotros recomendamos sin parar a los visitantes de Madrid para explorar su panorama coctelero empezando por lo más alto. Su coctelería respeta la tradición y sus tragos son aptos para todos los públicos. El riesgo no es parte de su porfolio y ni falta que hace, porque Fernando y David –hermanos y herederos del legado de su padre, el gran Fernando del Diego– saben recrearse con soltura detrás de la barra en cada elaboración. Si no has probado en tu vida un Dry Martini, este es el lugar para hacerlo por primera vez, porque lo hacen a la perfección, cuidando siempre de que el vaso del cliente se mantenga helado. Pero también otros cócteles de "toda la vida" que poca atención reciben ya en otros establecimientos más modernos, como el Tom Collins, un Pink Panther o el White Russian.

No hay mejor lugar en Madrid para revivir los clásicos y, si te somos sinceros, no hay coctelería en la capital que se compare en elegancia a la hora de servir. Uno de esos lugares en los que te reciben cordialmente y se acuerdan de tu nombre, de tu historia, de tu vida. Eso sí, cuenta con que en el momento en que sales por la puerta, todo eso se queda en la confidencialidad. Es lo que tiene esta coctelería con tantos años de experiencia a sus espaldas, que rebosa sofisticación desde la copa hasta las formas.

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SALMON GURU (Echegaray, 21)

No hace falta mucha introducción para darle paso a la mejor coctelería de Madrid según el listado de los The World's 50 Best Bars, en el que ocupa el número 15. Diego Cabrera, el coctelero más mediático de España y gran impulsor de la (nueva) noche madrileña, es el responsable de este sueño coctelero que abrió en en pleno Barrio de Las Letras en el año 2016, con un interiorismo de reminiscencias tikis, salvajes, caribeñas e iluminada por neones. Sus preparaciones son divertidas y experimentales, haciéndole hueco a la creatividad para ponerse a la altura de los mejores bares del mundo. Con un equipo compuesto por cocteleros como Melanie Da Conceição, Filippo Faedda, David Correas y Adrian Sehob, en este templo del cóctel crean compuestos líquidos que soprenden, como el Chipotle Chillón –mezcal, absenta, zumo de limón y sirope de chipotle–, el Mestizo –mezcal blanco, Aperol, Lillet blanco y piel de cítricos o el Cárabe –ron Matusalem 15 años, vermú rojo, rosolio de bergamota y licor de café–.

Melanie Da Conceição, de Salmon Guru.

Salmon Guru / Facebook

BAD COMPANY (Miguel Moya, 8)

Existe un speakeasy secreto en el centro de Madrid, muy cerca de la Gran Vía, en el que solo puedes entrar con la clave que dan cada mes en su Instagram. Bad Company es una experiencia inmersiva en el Chicago de la prohibición, un bar no se bebe alcohol, si no en el que se compran objetos como una pipa de opio –con ron Flor de Caña 12, estragón, semilla de Amapola, amaro Montenegro y licor de café y curry–, un hacha canadiense –con Cardhu, Martini rojo, Kellog's y aroma de galleta– un pintalabios (el de Betty Boop, con ginebra Xoriguer, Chratreuse amarillo, licor de zarzamora y menta– o una pelota de baseball –concretamente la de Babe Ruth, rellena de Jack Daniels, especias cajún, miel y mostaza–, que dentro contienen líquidos que puedes beber. Pero shh, no digas que te lo hemos contado: no queremos buscarnos problemas con la policía… y menos con la talentosa banda que regenta este sitio, liderada por Yeray Monforte.

El local es un sótano ubicado en pleno centro de Madrid, decorado con sofás de cuero y en las sillas altas de la barra en las que fluyen las curiosísimas historias que cuentan junto con cada cóctel los dependientes de la “tienda de objetos”. Y pon atención, si te fijas bien, verás como en la contrabarra todas las botellas (sin alcohol, claro) hacen referencia a marcas que existían en la década de los 20.

Ver fotos: Trafalgar, vida de barrio en el Chamberí más castizo

El Revolver Webley: ginebra Bad Company al lúpulo, vermut de piedras, shot de aceite esencial de limón y oliva.

Bad Company

MOMUS (San Bartolomé, 11)

Bajo el nombre mitológico del dios griego del sarcasmo y la ironía habita esta coctelería ubicada en el madrileño barrio de Chueca.

Su hospitality es de cercanía para tener la mínima barrera entre bartender-cliente y poder ofrecer una experiencia única de gastronomía líquida. El equipo de Momus acaba de presentar ‘Growing’, –su tercera carta en dos años, que supone una continuación de las dos anteriores– con el leitmotiv de seguir creciendo mientras vemos la vida a través de los ojos de un niño. Si en la primera era con los colores y en la segunda con las figuras, en esta propuesta nos encontramos con una imagen por cóctel, la cual va a ser la pista principal para ayudarnos a elegir nuestro trago. Un juego por el que nos invitan a dejarnos llevar por los detalles, colores y diseños sin conocer los ingredientes de cada elaboración. Se nos presenta un menú aún más minimalista si cabe, donde la vajilla continúa con la elegancia demostrada en las anteriores propuestas y los garnish usados se integran en cada trago, siendo en la mayor parte de las ocasiones, comestibles. Una nueva propuesta de valor del proyecto de Alberto Fernández y equipo, que en los últimos años ha entrado en la prestigiosa lista 50 Best Discovery o en la posición 84 de los Top 500 Bars.

Alebrije, uno de los cócteles de la nueva carta de Momus.Jennifer Novoa

PUNCH ROOM MADRID (Plaza de Celenque, 2)

Entrar en Punch Room, el speakeasy dentro del hotel The Madrid EDITION, es toda una experiencia. Empezando porque cuenta con un exquisito interiorismo que deja boquiabierto a cualquiera –con piezas de Garnier & Linker o de Jean-Michel Frank–, capaz de crear un escenario íntimo y elegante en el que los ponches cobran total protagonismo.

Tradicionalmente compuestos de cinco elementos –destilado, especias, agua, cítricos y azúcar–, los ponches elaborados por el Head Bartender Simone Ruta y su equipo, se enriquecen de bebidas espirituosas y de sabores inesperados a partir de una selección más amplia de extractos naturales. Así, elementos tradicionales del Viejo Mundo –como el whisky y el jerez–, convergen con aquellos del Nuevo Mundo –como el pisco, la cachaça o los licores de agave–, mientras que los tés clásicos y el cava se entremezclan con flores asiáticas o frutas exóticas como el coco.

No te vayas de aquí sin probar el Corsair Punch, inspirado en el famoso corsario Jean-François Roberval, con pisco Puro Italia, Grand Marnier, piña, cava, Drambuie, licor de maraschino y lima; o The Spanish Match Punch, que incluye una mezcla de scoth Speyside , manzanilla, vodka, calvados, lima, ginger ale y té oolong; así como el White Elephant Punch, con tequila reposado, whisky de centeno, mango, semilla de comino, piña, bergamota y Cynar.

Los ponches son los protagonistas en Punch Room.The Madrid EDITION

ISA (Sevilla, 3)

Uno de los emblemas de la nueva hotelería en la capital, Four Seasons Hotel Madrid, no podía faltar en el listado, menos aún cuando acaba de estrenar carta liderada por el gran Miguel Pérez, icono de la coctelería en España. Disruptiva e inspirada en el manga, esta nueva propuesta llega dividida en cuatro episodios donde el capítulo central supone la parte más experimental. Así, da vida así a tragos fáciles y de sabores fácilmente reconocibles, como el Yogurt a base de ginebra Roku, fresa lactofermentada, redestilado de tomillo limonero y agua de coco. Haiku 2.0, el segundo episodio, ofrece propuestas como Albahaca, con Ron Santa Teresa 1796, Empirical Ayuuk, cordial de albahaca y agua de mango. Inspirado en la naturaleza y para aquellos que buscan tragos sofisticados y diferentes, Sakura ofrece propuestas donde la temporalidad de los productos es clave. Por último, el cuarto episodio, Kakirogi, fusiona la tradición japonesa con la modernidad vanguardista del laboratorio de ISA. Para rematar, su propuesta gastronómica incluye platos como nigiris, sashimis, bogavante entero a la brasa, una selección de caviar y baos.

Isa.Jose Salto

BAR LLAMA (Conde de Xiquena, 2)

Diseñada por Natasha Bermúdez, la carta líquida de Llama Inn tiene un papel protagonista en este restaurante peruano, recién aterrizado desde Nueva York en Madrid. Aquí, son los destilados peruanos y latinoamericanos los que crean una comunión única entre cocina y coctelería con una propuesta puramente hedonista.

Aquí, se preparan elaboraciones brutales (de recetas traídas directamente de NYC), como el Chupetini One Shot Martini, con ginebra Roku, vermut seco, umami bomb y aceitunas. Nuestro favorito para acompañar unos anticuchos que se posicionan como los reyes de la carta: elaborados con col, chancaca y saikyo miso; así como con corazón de vaca, ají panca y rocoto carretillero. El If You Like Piña Colada se une a la explosión de sabores, puro oro líquido, creado con la técnica del milk punch e ingredientes como jerez amontillado, piel de piña, coco tostado, café, lima, té milk oolong, leche de soja.

Con una breve pero intensa carta compuesta de 9 cócteles diferentes, el equipo de Llama Inn se encarga de que los procesos de producción sean lo más eficientes posible, dedicándole tiempo y esfuerzo a la perfección. Factores que logran que, la elaboración de cada cóctel, sea rápida y efectiva, ya que la mayoría de ellos llegan a la mesa embotellados para que el comensal no tenga nada más que hacer que servir, beber y disfrutar.

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SAVAS (Sombrerería, 3)

Chueca y Malasaña ya tienen competencia, porque ni lento ni perezoso, Lavapiés se ha posicionado como nuevo destino coctelero. Uno de esos sitios que son ya imprescindibles para peregrinar en la búsqueda del trago perfecto por el barrio es Savas, una pequeña coctelería (muy cercana a la cafetería de especialidad Hola Coffee) en la que los lituanos Gintas Arlauskas y Dovi Krauzaite apuestan por tragos clásicos y sin complicaciones. Las cervezas –lager, trigo o Jamonera IPA– siguen siendo demandadas por la clientela que solía acercarce al local cuando era propiedad de Cervezas La Virgen, pero los cócteles son, sin duda alguna, su mayor fuerte.

Gintas era el responsable de esas famosas caipiriñas que acompañaban la cocina de Sudestada, de Estanis Carenzo, mientras que Dovi fue parte del equipo de Punto Mx, por lo que la experiencia les acompaña en este nuevo local, propio, en el que por fin pueden ofrecer su visión más personal de lo que debería ser una coctelería. La suya es tranquila, íntima y capaz de unir a personajes de lo más variopintos con una misma misión: beber bien y entre amigos.

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EL CLANDESTINO DE CLUB MATADOR (Jorge Juan, 5)

El barrio de Salamanca no había logrado hacerse un hueco en el podio de las mejores coctelerías hasta que llegó el speakeasy del Club Matador, Clandestino. Brillante trabajo el de su bartender, Ángel Ávila –creador también de Blow, una línea compuesta por ocho piezas para potenciar la experiencia de la degustación de los cócteles– que se ha convertido en uno de los gurús del cóctel en la capital. Una de las facetas más interesantes de esta barra es que a ella podrás sumarle las propuestas gastronómicas de Ariel d'Avila, que está al frente del Sushi Bar.

Hay dos formas de visitarlo: siendo socio del Club o como acompañante invitado por alguno de ellos. Sea como sea, la experiencia será inolvidable.

Ángela Ávila, bartender de Club Matador.Blow

SADDLE (Amador de los Ríos, 6)

Clásico, elegante y sofisticado, todo lo que se espera de uno de los restaurantes que mantienen viva la esencia clásica de la alta cocina madrileña. Saddle, es un clásico contemporáneo que ha apostado desde sus comienzo por ofrecer una carta de cócteles diferencial de la mano de Gabriel Dávila, bartender del restaurante. La coctelería de Saddle destaca por una producción artesana, limitada y sostenible, elaborando siempre sus propios redestilados, macerados y fermentados. Coctelería clásica, sí, pero capaz de adaptarse a los cánones del mundo moderno con propuestas como su Oliva –con destilado de Beluga Noble kalamata y arbequina, vermouth Dolin y bitter de aceituna–, el Demodé –con brandy Carlos I infusionado con almendras asadas, Lillet Blanc y sirope de manzana asada– o el Vernacci –con ginebra Candenhead, vermouth Dolin, bitter de aceitunas y, como colofón, unas patatas suflé como acompañamiento– .

Saddle cuenta también con un carro de destilados en el que se encuentran más de 460 referencias, un detalle que aporta distinción a su ya consolidada oferta líquida.

La coctelería de Saddle está liderada por el bartender Gabriel Dávila.Saddle

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