Nápoles por primera vez: guía para visitar la ciudad más auténtica de Italia

Una vez que aterrices en Nápoles, el mundo tal y como lo conoces pasará a un segundo plano: querrás sumergirte por completo en este carismático cosmos rebosante de apasionados contrastes y dejarlo todo atrás. Y nunca más la podrás olvidar.
bahía de napoles
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Nápoles es profundamente hermosa. Su perfil decimonónico y coloreado asomando frente a una bahía de atardeceres de postal es una estampa idílica de las que se quedan inscritas en la memoria. También es profundamente caótica: los pasos de cebra, a menudo despintados, no significan nada para el conductor napolitano, cuyo lenguaje es la velocidad y el pitido continuo.

Nápoles está llena de mansiones y palacios bellamente decorados en preciosos barrios burgueses como Chaia, pero esos mismos inmuebles, en zonas empobrecidas como Rione Sanitá, arrojan una sensación parecida a la del malecón habanero: donde antes habitaba una sola familia adinerada, ahora viven muchas humildes. Hay desconchones en las fachadas, ropa tendida de las formas más inverosímiles, y es usual ver abierta a pie de calle la puerta de diminutos estudios donde casi se cocina sobre la cama.

Si suena contradictorio es porque lo es, y eso que no hemos salido del centro de la ciudad. La urbe, de alrededor de un millón de habitantes en esta zona (a los que se suman otros dos en la periferia) se explica perfectamente en la saga Dos amigas (Debolsillo, 2021), de Elena Ferrante. La tetralogía, a partir de la cual HBO produjo la fantástica serie La amiga estupenda, comienza a mitad del siglo XX en un barrio deprimido a las afueras de la ciudad, que se va enriqueciendo y modernizando a la par que sus capos. Y culmina en las zonas cultas y adineradas del centro -Nápoles cuenta con siete universidades-, entre apartamentos amplios y refinados y preciosos jardines.

Nápoles, sofisticada y descarnada a la vez.

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Todo eso es esta ciudad que abruma y fascina a la vez. Que se abre al turismo con su espíritu intacto, crudo, sin edulcorar, sin cafés cien veces iguales ni franquicias mil veces repetidas, más allá de las ineludibles en las principales arterias comerciales. Pasearemos por paisajes de postal, sí, pero también por barrios hasta hace poco tomados por la camorra, en los que no entraban ni los propios napolitanos… y que ahora figuran entre los más cool del mundo.

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¿Cómo manejarla, entonces? Lo más sensato es abrazarla por completo, dejarse fascinar por su autenticidad, su alegría, su fiesta a cada paso. Tanto por sus rincones empobrecidos como por sus barrios elegantes. Nápoles habla alto y te estrecha fuerte la mano. No está ahí para gustarte, no le debe nada al turismo; está ahí porque existe, porque quiere seguir existiendo tal y como ha sido siempre. Con sus pasiones ardientes, su fe fiera, con ese aire como de pueblo grande, en el que los obituarios aún se cuelgan en las calles. Nápoles -qué raro es esto ya- es ella misma, salvajemente bella, y tú no eres más que un invitado que ha venido a probar sus delicias codo con codo con los vecinos que todavía van a misa en masa, que ven el fútbol en el móvil, sin ningún disimulo, incluso mientras cenan en restaurantes de postín.

UN PASEO DE ENSUEÑO POR MANSIONES Y CASTILLOS

Comenzamos nuestro viaje sumergiéndonos en el alma napolitana en el Grand Hotel Parker’s, el alojamiento más antiguo de la ciudad, cuya historia, inscrita en sus elegantes interiores, nos revela una parte importante de la idiosincrasia de esta urbe extrema.

Inaugurado en 1870, el espléndido cinco estrellas gran lujo ha sobrevivido a dos guerras y un terremoto sin perder un ápice de grandiosidad. Recientemente renovado con la tecnología más moderna, el hotel de gerencia familiar y sobresaliente, todo calidez y amabilidad, tiene todo lo que uno le pide a la dolce vita: belleza, elegancia, bienestar y personalidad. Y el mejor desayuno de Nápoles con las vistas más sobrecogedoras de la ciudad.

Tras su hermosa fachada clásica, Grand Hotel Parker's esconde 67 habitaciones y suites para todos los gustos: hay una perfecta para parejas en una escapada de amor, con un enorme baño acristalado con jacuzzi en su interior. Si lo tuyo es el fitness, puedes elegir la que posee un gimnasio privado, y si realmente quieres sentirte como George Parker, el respetado biólogo inglés que salvó al hotel de la ruina y lo convirtió en refugio de personalidades de renombre y estrellas como Clark Gable, Mina, Juan Carlos de Borbón o Vittorio de Sica, quédate en la suite presidencial, que cuenta con una magnífica planta que funciona como salón-comedor con aseo y otra que hace las veces de dormitorio, con vestidor, sauna y baño con jacuzzi.

Eso sí, duermas donde duermas, tienes que reservar en el George Restaurant, el único de Nápoles con dos estrellas Michelin en su haber. No es para menos: en su carta, el chef Domenico Candela recoge su experiencia como cocinero en Francia y la fusiona con imaginación con platos típicamente napolitanos, creando innovadores sabores armónicos que explotan en gloriosas ráfagas de intensidad.

Delicias en George Restaurant.

George Restaurant

Viaggio goloso, el menú degustación más completo de la carta, es una de esas experiencias que hay que vivir una vez en la vida. Compuesto por 12 pases, arranca con exquisitas ostras de Tarbouriech con crema de almendras y melocotones del Vesubio, para continuar con maravillas como el rissoto de arroz carnaroli cocido en extracción de hoja de limón, gambas rojas, aceite de estragón y jugo fermentado de frambuesa. Hacia el final probaremos la excelente lubina salvaje al vapor con puerro de Cevere, mousse de patata ratte y salsa beurre blanc con caviar siberiano, y no revelamos más: lo más emocionante es emprender este viaje extraordinario con el gusto dispuesto a la sorpresa.

Déjate aconsejar por su maître, Enrico Moschella, que sabe cómo sacar el máximo partido al maridaje de estos platos eligiendo entre sus 135 referencias, apoyadas en gran parte por excelentes vinos de crianza local -el hotel cuenta con sus propios viñedos- y valiosos nombres nacionales e internacionales.

George Restaurant se ubica en la planta más alta del alojamiento, al lado del bar que hace las veces de espacio para el desayuno por las mañanas. Así que sí, lo has adivinado: a través de la ventana, el golfo de Nápoles, el grandioso perfil del Vesubio y la idílica costa de Capri te acompañarán durante la inolvidable velada.

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Desde Grand Hotel Parker's, toda una institución en la ciudad, uno tiene acceso privilegiado a áreas como Chaia y Vomero, barrios de clase alta con villas de ensueño como Floridiana. La antigua residencia real borbónica está enclavada en un coqueto parque que hoy acoge el Museo Nacional de Cerámica, artesanía de la cual hay gran tradición en la ciudad. Paseando por las inmediaciones también se pueden contemplar otras hermosas villas ‘anónimas’, especialmente, en calles como via del Parco Margherita.

El final de esta ruta es el mar. Allí, cerca del paseo marítimo se halla Villa Pignatelli, donde llegaron a vivir los Rotshchild, una casa-museo visitable que se muestra a los viajeros con todas sus delicias intactas, tal y como estuvieran en el siglo XIX. Se puede pasear por el parquecito de Villa Comunale, en el que se enclava la Stazione Zoologica de Parker, y acabar contemplando el mediterráneo entre niños que corren, amigos que charlan y parejas que se besan.

Muy cerca de Villa Comunale está la Osteria Pignatelli, un lugar acogedor en el que merece la pena pararse a disfrutar de un plato de pasta típico napolitano, que casi en cualquier ocasión llevará pescado o mariscos.

Continúa el paseo por la ribera, donde se suceden mansiones y castillos. La imponente fortaleza que se ve adentrándose en el mar, por ejemplo, es el Castel dell’ovo, rodeado por un pequeño y carismático barrio marinero. ¿Buscando una buena pizza en los alrededores? En Nápoles, donde se inventó la margarita, y cuya forma de cocinar esta masa es Patrimonio de la Humanidad, cualquier lugar es bueno para hacerlo. Salvo, con preciosas vistas al mar, no decepciona.

Imponentes edificios se suceden en el vibrante paseo marítimo de Nápoles.

Jon Bilous / Alamy Stock Photo

EL CENTRO HISTÓRICO DE NÁPOLES, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

Apenas hay edificios modernos en Nápoles. La ciudad, con más de 27 siglos de antigüedad, es una cápsula histórica repleta de monumentos y protegida por la Unesco. Una vez recorridas las inmediaciones del Grand Hotel Parker’s, pues, toca seguir descubriéndola un poquito más allá.

Podemos partir del castillo medieval de San Elmo, situado en lo más alto de la colina de Vomero (hoy alberga un museo con obras de artistas napolitanos que abarcan de 1910 a 1980). Al lado verás la cartuja barroca de San Martino, hoy sucursal de las galerías nacionales. Las cuestas que hay que recorrer hasta llegar son empinadas, pero lo compensan las vistas desde la cima, increíbles.

Bajando hacia via Toledo, gran arteria comercial, nos encontraremos con Quartieri Spagnoli, barrio popular donde antiguamente se encontraban los cuarteles españoles. Tras un pasado reciente convulso, marcado por la criminalidad de la camorra -al igual que otras zonas cercanas, como Forcella o Rione Sanitá-, hoy es un espacio abierto a la ciudad que mantiene su folclore y sus costumbres. En sus calles repletas de iglesias, altares improvisados y homenajes a Maradona (verdadero ‘patrón’ de la ciudad desde que jugase para su equipo) se puede probar la street food napolitana: pizza a portafoglio, doblada sobre sí misma y perfecta para pasear; pizza frita; cuoppo -un cucurucho relleno de pescado frito-…

El vibrante Quartieri Spagnoli.

Foto de Yahya Momtaz en Unsplash

Continuando hacia el mar encontramos la imponente plaza del Plebiscito, a la que se asoman algunos de los edificios públicos más importantes de la ciudad, como el Palacio Real o el Castel Nuovo (Maschio Angioino). Las iglesias de Gesu’ Nuovo y Santa Chiara, la catedral y el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, uno de los más importantes en su género en toda Europa, completan un paseo repleto de hitos monumentales y calles llenas de encanto.

Cerca está la que quizá sea la calle más turística de la ciudad, la de Gregorio Armeno, donde se emplazan numerosas tiendas de belenes -una tradición que se dice que comenzó en la ciudad- y miniaturas de todo tipo. También hay innumerables pastelerías, como en toda Nápoles, donde degustar algunos de los dulces más deliciosos de Italia: la crujiente sflogliatella, el esponjoso babá, la delicada pastiera, los famosos cannoli…

La Galleria Umberto I, uno de los tesoros más bellos de Nápoles.

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RIONE SANITÁ, UNO DE LOS BARRIOS MÁS COOL DEL MUNDO

Pasar de ser un distrito peligroso, azotado por la presencia de la camorra, a figurar en la lista de los barrios más cool del mundo. Eso es lo que ha experimentado en apenas una década Rione Sanitá, al que la revista británica Time Out otorgó este título en 2022.

Ahora, el lugar sigue estando deprimido y descuidado, pero exhibe una belleza decadente y un espíritu genuino que atrae a propios y extraños. En sus calles estrechas y llenas de recovecos se sucede el arte urbano, las sábanas tendidas al sol y las voces y rutinas de la vida diaria en un entorno de espléndidos palacios y mansiones en acusado grado de deterioro. Un ejemplo flagrante es el Palazzo dello Spagnolo, de impresionante belleza gracias a su llamativa arquitectura barroca, pero que no pasa por su mejor momento.

En esta zona se encuentran también las catacumbas de San Gennaro, que, con sus casi seis kilómetros cuadrados excavados en la colina de Capodimonte, son las más extensas del sur de Italia. Cuentan con frescos, mosaicos, criptas y basílicas. Las cercanas catacumbas de San Severo y San Gaudioso, por su parte, se caracterizan por su aspecto inquietante, debido a los cráneos que lucen insertos en las paredes. Para comer, no fallarás en la pizzería gourmet Concettina ai Tre Santi.

Rione Sanitá, folk y cool.

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LA EMOCIONANTE NÁPOLES SUBTERRÁNEA

Más allá de las catacumbas, hay otra ciudad subterránea en Nápoles que merece ser visitada. Hablamos de la línea 1 del metro, formada por varias ‘estaciones artísticas’, construidas recientemente según los proyectos de algunos de los arquitectos de mayor renombre mundial. Dado que la superficie abigarrada y de fuerte peso histórico de Nápoles permanece fiel a su esencia histórica, sus habitantes, ingeniosos como son, han decidido renovarla desde dentro, convirtiendo el metro en una atracción en sí mismo.

Tenemos, por ejemplo, la estación de piazza Garibaldi, un vanguardista intercambiador obra del urbanista francés Dominique Perrault. La misma está decorada con dos obras de Michelangelo Pistoletto, máximo exponente del arte povera ("pobre") italiano.

La parada de via Toledo, por su parte, es considerada como una de las más bellas del mundo gracias al trabajo del barcelonés Óscar Tusquets. En su nivel superior, el espacio exhibe los restos medievales de las murallas aragonesas que tuvo la ciudad, para después adentrarnos en su subsuelo de toba volcánica y, finalmente, sumergirnos en un intenso entorno azul que nos indica que estamos buceando por debajo del nivel del mar.

Experiencia ‘acuática’ en la estación diseñada por Óscar Tusquets en Nápoles.

Guido Schiefer / Alamy Stock Photo

Otra estación llamativa es la del Museo Arqueológico, que expone una reproducción de la icónica estatua en bronce Calco della testa Carafa, cuyo original se conserva en la pinacoteca. Y la de la Plaza de Dante, ideada por la prestigiosa arquitecta y urbanista Gaetana Aulenti.

Dos premios Pritzker, Álvaro Siza y Eduardo Souto de Moura, firman la estación de Piazza del Municipio de Nápoles, mientras que la central está proyectada por otro de los receptores de este galardón, Norman Foster. Massimiliano Fuksas, Karim Rashid y Benedetta Tagliabue son otros de los nombres que han hecho al metro de Nápoles famoso en todo el mundo, y no solo brillan por su arquitectura: además, todas estas estaciones poseen importantes obras de arte contemporáneo, firmadas por prestigiosos artistas de todo el mundo.

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