¿Qué pasa cuando nace un bebé en un avión?

Los bebés tienen la mala costumbre de venir cuando menos te lo esperas: ¿sabes cuál es el protocolo a seguir cuando uno decide llegar al mundo en pleno vuelo?
Ala de un avión contra un fondo de nubes en pleno vuelo.
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Debbie Owen pensaba que su vuelo de British Airways de la Costa de Marfil al Aeropuerto de Londres-Gatwick sería una cosa de lo más ordinaria: siete horas sin escalas en las que pasarían del calor de África al brillo acogedor de Reino Unido justo antes de Navidad. La mujer, embarazada de siete meses, volaba de vuelta a Reino Unido acompañada solo de su hija de cuatro años, Claire; su marido, Duncan, seguiría en África hasta que se acercara más el momento de dar a luz. Pero al poco rato de despegar empezaron los pinchazos, que pronto se convirtieron en contracciones. Owen no salía de cuentas hasta Navidad, para lo que aún quedaban siete semanas; hasta fue al médico antes del vuelo para hacerse un chequeo y tenía una carta que certificaba que su estado era apto para volar. Y aun así, estaba claro que su segundo bebé había decidido presentarse antes de lo esperado.

Al principio, Debbie luchó contra las contracciones, confiando en poder llegar al hospital, pero pronto quedó claro que el bebé llegaría antes que el avión. La tripulación se ocupó de Claire y un médico neerlandés, Wym Bakker, que volvía a casa después de haber estado proporcionando asistencia a la maternidad en Ghana, se hizo cargo del parto. El avión había llegado a la costa de Gran Bretaña cuando nació el bebé, que recibiría el nombre de Shona Kirsty Yves, cuyas iniciales forman SKY o ‘cielo’. Duncan no se enteró de boca de su mujer: “El piloto llamó a mi padre por teléfono y le dijo ‘Al habla el piloto de British Airways, tu mujer se ha puesto de parto’”, cuenta Shona, ya treintañera.

Para algunos bebés, su primer contacto con el mundo es a través de la ventanilla del avión.

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Shona es una de las aproximadamente 70 personas en todo el mundo conocidas como skyborns o ‘nacidos en el cielo’: el fruto de partos imprevistos que aumentan el número de pasajeros en pleno vuelo. Cuando era estudiante, creó una web y una comunidad online para skyborns como parte de un proyecto de periodismo digital; también investigó la historia de los nacimientos como el suyo. En los últimos años ha habido varias historias de este tipo: Matthew Dulles de Bara se convirtió en noticia poco después del nacimiento de Shona cuando su madre dio a luz en pleno vuelo entre Nueva York y Orlando; en 2015 hubo otro viajero sorpresa, una niñita que se unió al trayecto entre Taipéi y Los Ángeles. El primer nacimiento de Virgin Atlantic a 36.000 pies llegó en 2024: la llamaron Virginia, y la marca de Branson bautizó un avión en su honor. Ocho años después, en un vuelo hacia Johannesburgo, llegó al mundo otro bebé Virgin, esta vez un niño. Y más recientemente, una madre dio a luz en un vuelo nocturno de 12 horas de Emirates desde el Aeropuerto Internacional de Tokio-Narita al Internacional de Dubái el 19 de enero de 2023.

Pero lo que de verdad dejó a Shona encantada fue desenterrar la historia del primer bebé nacido en un avión, que descubrió en un desconocido recorte de un periódico de Florida de 1929. “El padre era un amante de los aviones, médico y con una mujer en avanzado estado de gestación, así que cuando [la mujer] sintió que estaba a punto de dar a luz se subieron a su avión y dieron vueltas a 2.000 pies hasta que parió”, cuenta Shona. “La llamaron Airleen”. La mujer también descubrió una historia relacionada con el nacimiento de unos gemelos, uno nacido durante el vuelo y el otro, tras el aterrizaje. Y, tristemente, también ha habido al menos tres casos de bebés nacidos en baños de avión que fueron abandonados por sus madres. Shona señala, intrigada, que ni las aerolíneas, ni las asociaciones médicas, ni los organismos de la industria como la Asociación Internacional de Transporte Aéreo tengan datos oficiales de los skyborns. Sin embargo, según un estudio de 2020 de la International Society of Travel Medicine, entre 1929 y 2018 nacieron 74 bebés a bordo de vuelos comerciales, de los cuales sobrevivieron 71.

El primer nacimiento en un avión del que se tiene registro tuvo lugar nada menos que en 1929.

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Nacimientos como estos tienen lugar aproximadamente en uno de cada 26 millones de pasajeros, según la marca de asistencia médica MedAire. “Los alumbramientos en el aire son muy, muy raros, y cuando revisas los casos ves que fueron inesperados: eran bebés prematuros”, explica el doctor Paulo Alves, director de medicina global de la empresa. “No es el mejor lugar para dar a luz por múltiples motivos. El primero es que el aire es más ligero, así que para el bebé es más difícil respirar. En materia de altitud, es como dar a luz a un bebé prematuro en la Ciudad de México”. Y aún más determinante: no hay expertos prenatales con equipo tecnológico que te asistan si durante el parto surge algún problema o si acabas necesitando una cesárea de emergencia; además, las trompas de Eustaquio de los recién nacidos tienen dificultades para adaptarse a los cambios de presión.

Y no solo hay peligro para los bebés prematuros, como descubrió Laura Einstetler, piloto para una gran aerolínea estadounidense que escribe bajo el pseudónimo de Captain Laura. “En un vuelo concreto, a medio camino entre Los Ángeles y Hawái, una pasajera embarazada de casi siete meses empezó a hiperventilar”, cuenta Einstetler. “Tenía una enfermedad para la que no pudo medicarse una vez se quedó embarazada, y estábamos a dos horas y media del aeropuerto más cercano. Pudimos estabilizarla, pero vivimos momentos de mucha ansiedad”.

No hay un protocolo formal para nacimientos en pleno vuelo: lo más común, como en el caso de Debbie Owens, es que trasladen al pasajero a un asiento más espacioso y cómodo en business o primera clase, o que despejen la zona de auxiliares de vuelo. Einstetler también cuenta que no es probable que se haga un aterrizaje de emergencia. “Haría falta un mínimo de 45 minutos para llevar a la pasajera de unos 39.000 pies de altura a un hospital”, explica. “Esta opción es poco conveniente para el resto de pasajeros, costosa para la aerolínea y un escollo para los horarios del avión”. En su lugar, el personal de cabina actúa como matronas improvisadas mientras el avión prosigue hacia el destino a toda velocidad.

Las regulaciones respecto a las pasajeras embarazadas son bastante vagas. No hay un estándar para toda la industria, sino que algunas aerolíneas se niegan a transportar a mujeres después de las 36 semanas de gestación y otras aceptan hasta las 40 semanas, con autorización médica; Delta es de estas últimas. “Lo recomendable es que las embarazadas no vuelven cuando queden menos de cuatro semanas de la salida de cuentas y que consulten con su médico antes de volar, pero no es más que una recomendación”, dice un portavoz de Delta.

En España el caso es parecido, aunque las recomendaciones de AENA son algo más conservadoras: a partir de las 28 semanas recomiendan contar con autorización médica, y cumplidas las 36, no volar en absoluto, aunque indican que los requisitos dependerán de la aerolínea y que en la mayoría de los casos la viajera tendrá que firmar un Descargo de Responsabilidad para eximir a la compañía de cualquier eventualidad en su estado.

Los bebés que han nacido en pleno vuelo llegaron de forma prematura.

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En lo que respecta a la ciudadanía de un bebé nacido en un avión, el doctor Alves indica que eso también puede variar. “No hay una norma universal, pero ten en cuenta que la nave se considera territorio del país”, explica, lo que quiere decir que el avión está ligado al país en el que está legalmente registrado, según la Convención para reducir los acasos de apatridia de 1961. Según señala, esto no es más que un tecnicismo, dado que en la mayoría de casos el niño recibe la nacionalidad de sus padres por medio de la convención de ius sanguinis, el derecho de la sangre. Esta suele ser la política que se sigue, aunque algunos países se adhieren al concepto alternativo de ius soli, o derecho de suelo, que otorga al niño la nacionalidad según el lugar en el que nace.

El único caso en el que entra en vigor lo establecido en la Convención de 1961 es esa rara ocasión en la que el niño quedaría apátrida; en ese caso, será el país al que pertenece la aerolínea el que determinará qué pasaporte se otorga al niño. Según el departamento de Estado de Estados Unidos, un niño nacido en aguas internacionales debería indicar como lugar de nacimiento “nacido en el mar”; si un niño nace en un vuelo por encima de una región sin derecho de suelo, se le clasificaría como “nacido en el aire”. Sorprendentemente, Estados Unidos concede la nacionalidad a cualquier niño nacido en un avión que sobrevuele el territorio estadounidense o su espacio aéreo.

Shona Owen tiene pasaporte británico, aunque su lugar de nacimiento no ha dejado de causar confusión cuando ha tenido que renovarlo. Originalmente se indicaba en una página especial de observaciones oficiales que “la persona usuaria de este pasaporte nación en un avión a 16 kilómetros al sur de Mayfield, Sussex”. Cuando el formato de pasaporte británico cambió para seguir las directivas europeas, se eliminó esta página y la mujer se vio forzada a poner un lugar de nacimiento en un formato diferente. La categoría oficial más parecida era “nacida en el mar”.

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Más allá de los problemas de pasaporte, siempre es buena noticia cuando un parto en pleno vuelo se desarrolla correctamente, tanto para los padres como para la aerolínea, ya que es probable que esta última lo convierta en una campaña publicitaria: Virgin le ha concedido al bebé vuelos gratis hasta que cumpla los 21, mientras que British Airways le regaló a Shona Owen un par de billetes a cualquier destino por su décimo octavo cumpleaños (ella los usó para ir a Australia a ver a su abuela). Las leyendas sobre viajes de avión gratis de por vida son más un deseo que una realidad en el mundo de la aviación. Eso sí, Owen siempre cuenta la historia cuando hace el check in, ya que según cuenta es habitual que reciba mejoras gratuitas gracias a ella. A nadie sorprende que Owen acabara trabajando en el sector del viaje; actualmente su lugar de trabajo es la oficina de Reino Unido de Yellow Zebra Safaris.

Información adicional de Hannah Towey. El artículo ha sido actualizado con nueva información desde su fecha original de publicación.

Este artículo fue publicado en enero de 2024 en la edición internacional de Condé Nast Traveler.

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