Navarra sin prisas: escapadas para un otoño ‘slow’

Poco masificadas, sostenibles y de calidad, así son las experiencias que saborear con calma en el “Reyno de los mil planes”.
Ziga Navarra
Iñaki Tejerina/Turismo de Navarra

Si algo nos gusta de Navarra es su tranquilidad. Podríamos enumerar las diferentes razones que nos invitan a visitar en otoño el “Reyno de los mil planes”: sus enclaves naturales, su patrimonio, sus costumbres… Pero ninguno de estos listados tendría sentido sin remarcar algo que en este territorio cargado de historia y naturaleza nunca falta: la calma. Porque la gran mayoría de las experiencias que podremos saborear en él, además de no estar masificadas, son sostenibles y de calidad.

BAÑO DE NATURALEZA

Los paisajes navarros son de lo más característicos y variados, un día podemos estar haciendo cumbre a dos mil metros en el Pirineo y, al siguiente, caminar en mitad de la nada por el desierto de Las Bardenas Reales, por no hablar de sus bosques y sus riberas.

Ver fotos: 7 planes para disfrutar con calma de Navarra en otoño

Escuchar el nombre de la Selva de Irati nos hace ensoñar un mundo mágico, uno cargado de hongos y hojarasca que es mejor descubrir despacio, sintiendo la energía de los árboles a cada paso. Hayas, robles y abetos serán nuestros compañeros de senda; también refugio de los pájaros carpinteros y patio de recreo de los grandes rapaces, habituados a sobrevolar las empinadas copas y nuestras cabezas.

Los colores del otoño en la Selva de Irati.

Javier Campos/Turismo de Navarra

Aunque si son rapaces lo que deseamos observar, en la zona prepirenaica del este de Navarra existen dos gargantas esculpidas por los ríos Irati y Salazar cuyos roquedos sirven de hogar a halcones peregrinos, quebrantahuesos, águilas reales, búhos reales y, por supuesto, buitres leonados: la Foz de Lumbier y la Foz de Arbaiun, esta última declarada Reserva Natural y Zona de Especial Protección de las Aves y cuya imponente belleza se aprecia mejor desde el mirador de Iso.

Para disfrutar de la paz y la belleza escenográfica de la caída de la hoja, podremos darnos otros baños forestales en el hayedo encantado de Urbasa, en el Parque Natural de Bertiz y en el bosque de Basajaunberro, que por cierto enlaza con el Camino de Santiago en sentido inverso hacia Orreaga/Roncesvalles. Aquellos que deseen pasear entre robles monumentales deberán dirigirse a Jauntsarats (Kisulabe, con sus más de diez metros de diámetro, es el más ancho de Navarra), Etxarri Aranatz o al bosque de Orgi, una caminata por el valle de Ultzama que puede alargarse con la ruta de los dólmenes.

Micromundos son sus valles, como el de Baztan, con sus suaves colinas suaves, sus campos y huertas, sus vacas pastando junto a ríos y cascadas y esos pueblos adornados por caseríos de piedra con tejados y sillares rosados. ¡Ojo! Que también presume de palacetes y casas señoriales como los de Elizondo, donde hacer acopio de chocolate y queso antes de cruzar el puente de Txokoto para sentirnos como auténticos protagonistas de nuestra propia novela.

Elizondo.

Javier Campos/Turismo de Navarra

ALOJAMIENTOS RURALES Y SINGULARES

La mayoría de hoteles y casas rurales en Navarra están construidos con materiales locales como la piedra y la madera, una arquitectura tradicional que aporta encanto y autenticidad. Además, muchos de ellos han adoptado la sostenibilidad como filosofía y razón de ser. A la eficiencia energética, al uso responsable de los recursos naturales y a la gestión de residuos, entre otras prácticas sostenibles, hay que sumarle su interés por conservar el entorno, su participación en la comunidad y su apoyo a los productos de cercanía, tanto en los desayunos como en las comidas y cenas.

También existen alojamientos singulares en Navarra integrados por completo en la naturaleza, desde cabañas en los árboles para acostarnos con el sonido de la berrea y despertarnos con el de los pájaros hasta burbujas transparentes para ver las estrellas o iglús de madera en mitad de uno de los bosques más grandes y bonitos de Europa, sí, nos referimos de nuevo a Irati.

Cabaña en un árbol, en Navarra.

LA DESPENSA NAVARRA EN OTOÑO

Otoño en Navarra rima con setas. La recolección de hongos en los parques micológicos de Ultzama y Erro-Roncesvalles es una actividad pausada que nos conecta con el bosque, pero también con la cocina navarra, que se surte de este manjar para dar forma a platos de temporada. Pero no hay que olvidar también es tiempo del pimiento del Piquillo de Lodosa, asado a la leña y con denominación de origen, así como de otra joya culinaria: la trufa. Para ser testigos de cómo se busca este preciado hongo podemos realizar algún paseo guiado entre truferas o visitar el Museo de la Trufa de Metauten. Para luego, eso sí, saborearlo en diferentes elaboraciones gastronómicas.

Pochas de Sangüesa, migas de Ujué, guisos de caza… Los menús otoñales se tiñen de intensos colores y sabores típicos de la montaña, antes de que llegue el fío y con él la borraja, los cardos y las alcachofas. Nunca Tudela, la capital de la Ribera, se pone tan ‘verde’ como en estas fechas.

También la cocina creativa se surte del producto de cercanía, que adquiere formas y texturas inimaginables: desde menús micológicos donde las setas son las grandes protagonistas hasta trampantojos gastronómicos en donde los bosques en lugar de caminarse se paladean con los cinco sentidos.

Plato de hongos.

Turismo de Navarra

Nada mejor que una visita a una bodega para descubrir la relación cultural de los navarros con el vino. La propuesta enoturística es tan completa y variada que nos faltarán copas para probar sus afamados rosados y esos crianzas que siempre nos dejan con ganas de más. Durante estos meses la Ruta del Vino de Navarra organiza infinidad de actividades y experiencias enológicas.

Ferias y mercados gastronómicos (en Pamplona, Tafalla y Murchante, por poner algunos ejemplos) completan la oferta de este territorio en el que cada pueblo y ciudad presenta un carácter marcado y aderezado por las delicias otoñales.

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