Museos de Madrid en los que no encontrarás (tantos) turistas, parte V: de viajes y lugares lejanos

El Prado, el Thyssen y el Reina Sofía son el trío imprescindible. Pero hay muchos más museos de Madrid que explorar.
Detalle de Museo Naval de Madrid
Alamy

Quien acude a Madrid con la idea de visitar museos tiene una idea muy clara de lo esencial. En primer lugar, surge el Prado, porque, de cierta forma, el Museo del Prado es Madrid. A unos pasos, el Thyssen y el Reina Sofía completan el trío imprescindible. Pero si lo que buscamos es explorar y descubrir, es necesario llegar más allá del lugar común. Lancemos una mirada a algunos de los pequeños, y no tan pequeños museos, que la ciudad esconde, desconocidos en muchos casos para los propios madrileños.

Cerramos esta serie museística en la capital con algunos que nos hablan de viajes y lugares lejanos.

El Museo Nacional de Antropología invita al viaje. Este pequeño edificio decimonónico que mira a la estación de Atocha, guarda objetos que nos llevan, ya no solo a lugares lejanos, sino a culturas en muchos casos desaparecidas.

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Así, en África el visitante parte de piezas de joyería marroquí y cerámica bereber, y se dirige hacia el sur, más allá del Sahara. Allí descubre los cultos animistas de los fang, en la actual Guinea Ecuatorial, y los antecedentes de los ritos vudú en la cultura yoruba. Estos están muy presentes en las colecciones americanas procedentes del Caribe, así como los pueblos andinos y del Amazonas, con adornos, máscaras, tocados y adornos de plumas. En Asia, se impone Filipinas. El itinerario se extiende en piezas que ilustran las prácticas religiosas y las costumbres de los pueblos China, Tíbet, Japón, Asia Central o la India.

El Museo Africano o del Mundo Negro, en la calle Arturo Soria, responde a las expectativas de un museo de misiones. Es decir, en sus instalaciones prima el afán didáctico sobre la estética expositiva. Fundado en 1985 por los Misioneros Combonianos, reúne piezas procedentes de diversos países del sur del Sáhara que permiten un acercamiento al modo de vida y cultura de los pueblos africanos a través de adornos, vestidos y objetos de uso cotidiano de gran valor etnológico. Fotografías y mapas sitúan y ponen en contexto los instrumentos musicales, las máscaras, las tallas y las pinturas expuestas.

Un museo para soñar con viajes por el mar (y el tiempo).

Museo Naval de Madrid

Si hablamos de viajes y lugares lejanos, ningún museo de Madrid encarna la aventura como el Museo Naval. Para muchos madrileños es el primer museo, aquel al que, una mañana lluviosa, o demasiado fría para ir al parque, te llevaba un tío o un abuelo (el museo ha tendido, desacertadamente, a lo masculino). El caso es que los grandes espacios en los que se alzan mástiles, grandes reproducciones de navíos y ruedas de timón, llevan la fantasía a tiempos de piratas y cañones.

En sus salas encontramos instrumentos de navegación, armas, uniformes, banderas y retratos de célebres y olvidados almirantes. Y están los mapas, entre los que destaca el de Juan de la Cosa, del año 1500, con la primera representación del continente americano. También el pendón de Lepanto, “la mayor ocasión que vieron los tiempos”, que dijo Cervantes, herido en la mano durante la batalla.

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Destaca el conjunto de piezas rescatadas del galeón San Diego, que naufragó en aguas de Filipinas en el año 1600. En la década de 1990, sus restos fueron hallados en la bahía de Manila, y una fracción de las piezas recuperadas fue adquirida para el museo.

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