La isla de Anglesey, un destino total en el noroeste de Gales

Unida a la tierra por un puente histórico, Anglesey esconde sorprendentes secretos en su sempiterna niebla.
La isla de Anglesey un destino total en el noroeste de Gales
Getty

Gales es una tierra fascinante que lleva al viajero a experimentar la magia de las leyendas mitológicas que impregnan las piedras de sus innumerables castillos. Unas fortalezas que se hallan rodeadas de densos bosques, playas, acantilados, lagos e incluso montañas, un accidente geográfico más bien raro y preciado en un país que destaca por su aspecto llano. Un poco de todo esto, además de las huellas de la cultura celta y una gastronomía exquisita, es lo que encontraremos si nos aventuramos a explorar la isla de Anglesey, en Gales la más grande y una de las mayores que circundan al Reino Unido.

Anglesey está conectada a la tierra firme galesa a través de un puente histórico, el de Menai, pudiendo llegar a la isla tanto en coche como en tren, sin necesidad de recurrir al barco.

Aunque en verano muestra una cara mucho más concurrida gracias al buen tiempo, el resto del año Anglesey acentúa, gracias a la niebla y la omnipresente llovizna, su aspecto solitario y misterioso, siendo un lugar atractivo para ser visitado en cualquier época del año.

UN PUENTE QUE FUE ÚNICO EN EL MUNDO

Partimos desde Londres para atravesar la parte central del Reino Unido y llegar, tras recorrer unos 450 kilómetros, al elegante puente en suspensión que nos permite cruzar sobre las aguas del estrecho de Menai y adentrarnos en Anglesey.

Este puente es uno de los dos que conectan a la isla con el resto del Reino Unido. Por él pasa la carretera A5, mientras que Pont Britannia (nombre en galés para el Puente de Britania) conduce el tráfico de la A55 y el ferroviario.

Este elegante puente es uno de los dos que conectan a la isla con el resto del Reino Unido.Getty

El puente colgante de Menai fue diseñado por el arquitecto Thomas Telford, una auténtica eminencia de la arquitectura civil británica de principios del siglo XIX. Inaugurado en 1826, se convirtió en el mayor puente colgante del planeta, honor que ostentó tan sólo durante una década.

Hoy, con récord o sin él, el puente sigue siendo tan fotogénico como el primer día y, además, contribuyó a que los ganaderos de la zona pudieran dejar de obligar a sus ovejas y cabras a nadar en las aguas del estrecho para alcanzar el otro lado, una práctica que encontramos documentada al pasarnos por el curioso Museo del Puente de Menai, situado en la pequeña localidad de Menai Bridge.

EL SENDERO COSTERO DE LA ISLA DE ANGLESEY

Tras cruzar el puente de Menai, podemos continuar por la carretera A5 y explorar casi la totalidad de la isla de Anglesey en dos o tres días. Sin embargo, los viajeros más aventureros prefieren dejar el interior para otra ocasión y se deleitan recorriendo la brava e indomable costa de la ínsula. Para ello deben dar gracias a que Gales es uno de los escasos países del mundo que posee un sendero que recorre todo su literal al completo.

El faro Twr Mawr en la isla Llanddwyn.Getty

La sección de esa ruta que encontramos aquí recibe el nombre del Camino Costero de la Isla de Anglesey (Isle of Anglesey Coastal Path, en inglés). Se trata de un sendero de unos 225 kilómetros que circunvala la isla al completo. Caminarlo en su totalidad puede llevar unos 12 días, pero en la web oficial de la ruta hay mapas que detallan cada etapa de las 12 en las que se ha dividido.

Emprender esta aventura al aire libre nos llevará a atravesar playas con dunas de arena, tierras de pastos, marismas, bosques y dramáticos acantilados costeros. Y Algunos de los lugares más atractivos que veremos son el faro de South Stack, los arcos pétreos, anclados en el mar, de Bwa Gwyn y las hipnotizadoras dunas de Aberffraw, habitadas por bellas flores silvestres y aves acuáticas.

UN PARAÍSO DE ACTIVIDADES AL AIRE LIBRE

Pero el senderismo no es la única actividad al aire libre que podemos realizar en Anglesey. De hecho, las agencias de aventura de la isla se jactan de ser los inventores del ‘coasteering’, una actividad que consiste en recorrer la costa marina –enfundado en traje de neopreno y equipado con casco, guantes y escarpines– nadando, trepando sobre rocas y saltando desde acantilados de distintas alturas.

Fue allí donde probé este deporte por primera vez en mi vida y doy fe de que te dispara la adrenalina considerablemente. Por supuesto, también os advierto que quizá noviembre –momento en el que lo practiqué– no es el mejor mes para probarlo, sobre todo si tenemos cierta aversión al agua fría.

Porth Wen, una antigua fábrica abandonada, es uno de los secretos que se descubre recorriendo la costa de Anglesey.Getty

No nos hará falta vestir traje de neopreno para pedalear por los senderos aptos para bicicletas de montaña que jalonan Anglesey. Porque el ciclismo es otra de las actividades más extendidas entre los viajeros que deciden explorar el lugar. Al hacerlo, podremos internarnos en lugares a los que no es posible llegar por carretera, y al ritmo que deseemos.

Hay dos rutas ciclistas señalizadas y preparadas. La más larga de ellas, la NCN 566 (conocida también con el nombre galés de Lôn Las Copr), se extiende por el noreste de la isla a lo largo de unos 58 km., y nos acerca al único molino de viento que aún está activo en Gales y al impresionante paisaje lunar de la montaña Parys. La corta se llama Lôn Las Cefni y ofrece un sencillo recorrido de unos 20 kilómetros, ideal para toda la familia, en el que explorar la naturaleza y fauna de la zona.

En Church Bay, Anglesey.Getty

PLAYAS SALVAJES

Si nos atrevemos a darnos un chapuzón en las frías aguas del mar de Irlanda, quizá queramos probar el paddle surf. Para ello, nos daremos una vuelta por las salvajes playas de Anglesey. Los más de 200 kilómetros de costa de la isla regalan un buen número de playas vírgenes que tan sólo muestran algo de ocupación en los meses más cálidos del año.

En la larga playa de Red Wharf Bay, nuestro campo de visión se ve totalmente ocupado por arena, mar y cielo. Mucho más recogidas e íntimas son las playas de Porth Dafarch y Porth Swtam; mientras que los amantes del windsurf se dejan caer por Trearddur Bay y Rhosneigr, mucho más expuestas al viento.

LA ISLA DE LLANDDWYN

Desde alguna de estas playas podemos tomar un kayak y recorrer la costa de Anglesey de una manera distinta.

Así lograremos alcanzar la isla de Llanddwyn. Realmente, más que una isla se trata de una península accesible a pie cuando baja la caprichosa marea. En ella se extiende la espectacular playa de Llanddwyn, la cual se encuentra rodeada por un denso bosque habitado por juguetonas ardillas rojas. Desde lo alto de un pequeño montículo, domina el paisaje las ruinas de una iglesia del siglo V. Cuenta la leyenda que en ella habitó Santa Dwynwen, la patrona galesa de los enamorados.

El inacabado pero precioso castillo de Beaumaris, Anglesey.Alamy

BEAUMARIS, UN CASTILLO DE CUENTO

Otro lugar propenso a las historias y leyendas en Anglesey es el castillo de Beaumaris. Esta imponente fortaleza posee una simetría casi perfecta. Se trata de uno de los famosos castillos levantados por el rey inglés Eduardo I, quien en el siglo XIII ordenó construir el Anillo de Hierro, un conjunto de edificaciones defensivas con las que quiso asentar su autoridad en tierras galesas.

La falta de fondos hizo que las obras no pudieran finalizarse, pero incluso estando inacabado es un lugar que merece la pena ser visitado.

Ver fotos: las 40 fotos que dan ganas de viajar a Escocia

GASTRONOMÍA GALESA Y UN PUEBLO IMPRONUNCIABLE

Y, por supuesto, no debemos marcharnos de Anglesey sin dar cuenta de la buena mesa galesa. Para degustar buenos pescados y mariscos, The Lobster Pot, en Porth Swtan, es una gran opción; mientras que Sosban and the Old Butchers es un restaurante, alojado en una antigua carnicería de Porthaethwy (Menai Bridge, en inglés), en el que ofrecen una auténtica experiencia gastronómica refrendada por una estrella Michelin.

El cordero galés es una de las especialidades de Harry’s Bistro, en Beaumaris, donde también preparan unos magníficos pasteles con limón, ruibarbo y frambuesa.

Este es el topónimo más largo de Europa. Los vecinos lo llaman Llanfair PG.Getty

Con el estómago lleno y bien satisfechos, nos acercamos a coger el tren en una estación de un pueblo galés de nombre impronunciable: Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch.

Es el segundo topónimo más largo del mundo, superado sólo por Taumatawhakatangihangakoauauotamateaturipukakapikimaungahoronukupokaiwhenuakitnatahu en Nueva Zelanda.

Y es que Anglesey puede parecer una isla como tantas otras, pero no deja de sorprender a todo aquel que la visita.

Ver más artículos

SUSCRÍBETE AQUÍ a nuestra newsletter y recibe todas las novedades de Condé Nast Traveler #YoSoyTraveler