200 noches con Gerónimo Rauch, ‘El fantasma de la ópera’

El artista argentino emociona cada noche en el Teatro Albéniz de Madrid a un público que viene de todas partes del mundo.
Gerónimo Rauch 200 noches de ‘El fantasma de la ópera en Madrid
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Por encima de sus más que notables capacidades vocales e interpretativas, los críticos siempre destacan de Gerónimo Rauch su capacidad de emocionar. Somos testigos (con los pelos como escarpias) de esta habilidad que irradia el argentino durante la función número 200 de El Fantasma de la Ópera, a la que asistimos como parte del entregado público que ovaciona en pie al actor y cantante, en un aplauso sin fin.

Rauch, que ya había encarnado al trágico protagonista del libreto de Andrew Lloyd Webber en Londres, ciudad en la que se estrenó originalmente en 1986 (a Broadway llegó en 1988), asegura que la energía que recibe del público cada noche en Madrid es realmente extraordinaria. “‘¡Menudo espectáculo!”, exclama emocionada una señora a nuestro lado, en el Teatro Albéniz. Quizá se trate de una de esas personas que viajan ex profeso a la capital para disfrutar de una noche llena de magia, romanticismo y drama, de la mano del segundo musical más vendido de la historia, con más de 145 millones de espectadores.

Una escena del musical en el Teatro Albéniz de Madrid.

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“Está pasando algo con este ‘fantasma’ a lo que no estaba acostumbrado –cuenta el artista a Condé Nast Traveler–. Evidentemente el aplauso es agradecimiento, es ovación, es grito. Creo que tiene que ver con la tensión que mantiene el espectáculo hasta el final, que hace que la gente reaccione gritando, sí es verdad que nunca lo había sentido de forma tan potente en España”.

La historia, de sobra conocida, no parece haber perdido garra con los años: un misterioso personaje, creado por Gaston Leroux en 1910, habita el subsuelo de la Ópera de París, sembrando el horror, atormentado por su amor fou hacia Christine… y hacia la música. ¿Comparte Rauch esa pasión loca? “Hay mucho de él en mí, excepto el asesino –dice entre risas–. Cada actuación intentamos que la experiencia del espectador sea irrepetible. Todas las noches trato de que sea algo único. Cantar la canción como si fuera nueva, no entrar en el piloto automático. Cada palabra toma sentido, la interpreto de una forma distinta".

"Yo lloro y lloro de verdad, no es una lágrima que surge porque me ponga mentol, es más, sigo llorando ahora mismo, porque una vez que abro el grifo... He trabajado la parte del rechazo, son herramientas que uno conoce, ¿a quién no han rechazado o se ha sentido marginado alguna vez? Son emociones muy comunes, por eso el espectador empatiza con el protagonista. En el proceso de ensayo salieron sentimientos propios, y luego ya es el fantasma el que cuenta la historia. Para lograr la verdad hay que poner en juego la verdad propia del actor”.

Retrato de Gerónimo Rauch en Madrid.Laura Enrech

¿Siente un cariño especial por este personaje? “Cariño tengo, en realidad, por cada pasito que di en mi carrera, todo me dio un aprendizaje. Al ser una nueva producción, no estoy repitiendo lo que hice en Londres, es una creación propia. Hay mucha libertad en la acción del personaje, antes venía más marcado por cómo lo hizo Michael Crawford, el fantasma original, aquí tenemos la posibilidad de proponer todas las noches algo, un juego nuevo, depende de la energía que traiga cada uno, aunque la directora asociada, Silvia Montesinos, vigila que no nos alejemos demasiado de lo ya creado, que está funcionando muy bien. Pero sí salgo a jugar y eso se agradece después de tantos años de carrera, conectar con el juego”, nos explica.

Además de un elenco impresionante, a las órdenes de Federico Bellone y Julio Awad, esta versión de El Fantasma de la Ópera, de la productora LETSGO, combina la cuidada artesanía de la escenografía del teatro tradicional con las últimas tecnologías. Los telones han sido creados por Reinaldo Rinaldi, y la producción conjuga los resortes de escenografía tradicional con mecanismos de última generación para crear los numerosos y sofisticados efectos especiales.

Romance, drama, terror… Esto es ‘El fantasma de la ópera’.

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Gerónimo Rauch lo da todo en cada representación como si fuera la primera (o la última), y siente todo ese calor que le llega desde el patio de butacas. “Hay días que vienen muchos turistas, generalmente los viernes y sábados. De Japón, de China… hay mucho fanático de El fantasma de la ópera en Asia, es increíble, ¡me conocen de cuando estaba en Londres! El otro día una pareja de Estados Unidos vino a verme ex profeso, tiene algo muy mágico este musical que hace que la gente lo quiera revisitar todo el tiempo. Sucede con las grandes obras maestras. Pasa con Los miserables, la gente lo ve, y lo ve, y lo ve… lo mismo con El Rey León”.

En estos tiempos que vivimos, tiene mérito conseguir que la gente suelte el móvil por unas horas y se abandone a una vivencia tan visceral. “Ha pasado que el espectador, y creo que más aún después de la pandemia, quiere vivir experiencias. Gracias a Dios, este montaje nuevo es una experiencia desde que entras en la sala, por los efectos, la voz de la presentación… estás inmerso en una historia de la que eres parte, incluso salimos al patio de butacas. Sí siento que el público se entrega. Evidentemente, vemos gente que pilla el teléfono… ¡si ellos supieran cómo se ve desde arriba dejarían de hacerlo! Pero igualmente hay que agradecer que estén aquí, cada uno decide cómo vivirlo”.

Durante 2023, se vendieron en España un 16,2% más de entradas para musicales que en 2019, año prepandemia (según datos de un estudio realizado en entradas.com), y estos alcanzan cada vez a un público más joven, que llega a a ellos a través de redes sociales. La escenografía del Albéniz, más reducida en metros que la del Lope de Vega, donde se programó El fantasma de la ópera hace unos años, no defrauda: su inteligente puesta en escena consigue que el público se sienta inmerso en lo que acontece, a la vez que deslumbrado.

La puesta en escena de esta versión combina artesanía y nuevas tecnologías.

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“Sí, estamos viviendo un buen momento”, reflexiona Gerónimo, y bromea: “¡Hasta que la Inteligencia Artificial encuentre una solución para reemplazarnos! Creo que el teatro está muy vivo, la gente quiere experiencias reales, creo que incluso subirían al escenario si pudiesen. No tengo ninguna queja sobre el público”.

El teatro está vivo, y el castellano, también. “Hay que reconocer que el reggaeton ha tenido un impacto muy positivo en ese sentido, ha hecho que el español llegue a lugares que nunca antes había llegado. Es para decir chapeau, muchas gracias”, comenta Gerónimo, que admira a algunos artistas de este género, pero no se identifica con él. “En el momento que pones una máquina a la voz… como artista, personalmente nunca podría permitir eso. Prefiero retirarme que hacerlo, aunque ellos llenan estadios”, dice entre carcajadas, pero a sabiendas de que tiene el cariño del público de todo el mundo y llena teatros allá donde va.

¿Su favorito? “El Teatro Colón. Clarísimo. Es el de los lugares más increíbles donde pude cantar. Me quedan un par, el Royal Albert Hall sería un sueño de los grandes. El Teatro Real también es una maravilla, pero el Colón es mi casa, mi país y realmente la acústica es innegable, ¡es como cantar en la ducha!”, remata entre risas, cosa que él hace como una forma de reconectar con su cuerpo y con su instrumento. Eso sí, cuando no tiene ocho funciones semanales…

El trío protagonista del musical.

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MÁS SUEÑOS POR CUMPLIR

Fuera de la escena, a Gerónimo Rauch también le apasiona todo proceso creativo. “Estudié Publicidad. Creo que se me quedó la cuenta pendiente de no haber ejercido. Me encanta el brainstorming, generar ideas”, nos confiesa el intérprete, que siempre fue consciente de que tenía facilidad para el canto, aunque ni siquiera tenía referentes, pues en su país no había siquiera musicales cuando él empezó y no veía la música como una opción.

“Digamos que siempre la adversidad me ganaba, ¿sabes? Te hablo del principio de mi carrera: vengo de un país donde soñar es difícil. Yo soñaba bajito y la realidad me decía ‘un poquito más’. Cuando vas logrando sueños, vas ganando confianza en tu talento, en tu experiencia, el esfuerzo, el trabajo y la suerte, siempre hay suerte. Y ahí es cuando dices, esto es lo que quiero hacer, no puedo hacer otra cosa. Hay una vocecita que todo ser humano tiene que te marca el camino, y a mí me decía ‘p’allá’, me gritaba, me marcaba el camino clarísimo”.

Gerónimo Rauch.Laura Enrech

Ese camino le ha llevado a interpretar papeles icónicos como el de El fantasma de la ópera o Jean Valjean de Los Miserables, quizá sus dos roles más especiales: “No me he despedido definitivamente de ninguno de los dos. La sensación es que todavía tengo algo para dar al personaje o el personaje a mí. Otros personajes cumplieron su rol y ciclo, ya están cerrados, pero Jean Valjean volvería a hacerlo”, nos cuenta. En España, Gerónimo se dio a conocer con Jesucristo Superstar, Chicago, Sunset Boulevard, El Médico, La Llamada y, recientemente, Los puentes de Madison, en el que participó como productor.

“Creo que estoy cumpliendo mis sueños y estoy en una etapa en la que también quiero generar que otros artistas cumplan los suyos. Siento que mi camino seguirá arriba de las tablas –mientras tenga papeles como el del ‘fantasma’, seguiré–, pero también en la producción”.

Dentro de unos días, empieza a grabar el que será su tercer disco en solitario, en Sevilla, con Rose Records. Se trata de otro sueño increíble, el de grabar las canciones de Frank Wildhorn, autor entre otras obras del musical Jekyll & Hyde. “Soy un buscador, un soñador. Le escribí por Instagram hace un año y quiso conocerme. Nos hicimos amigos y me dio todo su catálogo, del cual he elegido ocho canciones, que grabaré en inglés y en español, incluyendo temas inéditos que nunca salieron a la luz. Realmente va a ser muy bonito, muy especial. Me dijo: ‘Mi música está hecha para que la cantes tú’".

Gerónimo Rauch es ‘El fantasma de la ópera’.

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UN ARTISTA CON VOCACIÓN DE MOCHILERO

Como cantante de musicales que ha actuado por todo el mundo, Gerónimo Rauch ha tenido la oportunidad de visitar muchos destinos, aunque lleva afincado en Madrid 12 años y vivió otros cuatro en Londres. “Desde que bajé del avión y pisé la Gran Vía, sentí que Madrid era mi lugar. Pero no porque fuese un deseo mío, sino porque nadie me marcó territorio. Al ser el centro del país, es una ciudad que está acostumbrada a que vengan de todos lados y nunca nadie me hizo sentir que no pertenecía. Quizá en Londres sí me pasó, y lo vi más como una etapa”.

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Charlamos con él en el Teatro Albéniz, que se encuentra dentro del U Music Hotel, ¿qué tipo de hoteles disfruta él? “Soy de adaptarme a todos los lugares, pero me gusta sentirme cuidado, cuando vas a un hotel de calidad la atención es primordial. Se le da muchísima importancia, más cuando viajas, que no estás en tu casa. Que una habitación sea acogedora y te trate bien la gente hace que la experiencia sea increíble”, nos cuenta, y recuerda con cariño el hotel Intercontinental Presidente de Ciudad de México. “Me impactó. Está enfrente del Auditorio Nacional, se alojan ahí los artistas y lo ven desde su habitación, yo pude visualizarlo y cantar ahí”.

“Tengo ganas de hacer el típico viaje de mochilero por Asia, ese que no sabes dónde vas a dormir, nunca lo hice y me tomaría un tiempo sabático para conocer mundo. Viajo mucho. He ido por Europa, casi todo Latinoamérica, pero nunca hice eso”. ¿El viaje de su vida? “La paternidad. Un viaje maravilloso y dificilísimo. Pero es algo que me pone en eje”.