Castillo de Arteaga: la escapada romántica definitiva se esconde en Vizcaya

Nos sumergimos en el espectacular Castillo de Arteaga, situado en el corazón de la reserva de Urdaibai, para viajar directos a otra época y hospedarnos en una fortaleza remodelada que conserva una imperial atmósfera con la esencia de tiempos olvidados. 
Castillo de Arteaga
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Este es un viaje de esos que es necesario compartir, una de esas escapadas que se quedan grabadas en la retina de momentos únicos, uno de esos alojamientos que han marcado el transcurso de la historia: bienvenidos al Castillo de Arteaga. 

Llegamos hasta  la Reserva de la Biosfera de Urdaibai (Vizcaya), Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, donde se encuentra el paraje de Arteaga y se levanta imponente este palacio que mandó construir Napoleón III y su mujer Eugenia de Montijo sobre la antigua torre de defensa de Arteaga. 

El Castillo de Arteaga fue remodelado por la emperatriz Maria Eugenia de Montijo.

Castillo de Arteaga

Hoy, este castillo se ha convertido en todo  icono de la comarca, la torre se mantiene dominante y majestuosa con unas privilegiadas vistas a la preciosa ría de Gernika, rodeada de verdes valles y estrechos estuarios poblados de multitud de aves. 

Llegamos hasta la localidad de Guernica (A-231) porque muy cerca se encuentra este palacio-castillo rodeado de una selvática naturaleza. Al contrario que los castillos defensivos españoles, no se emplaza en una zona elevada, sino en una llanura rodeada de abundante vegetación. Nos recibe un deslumbrante palacio de arquitectura neomedieval en el que destaca un torreón neogótico de piedra caliza y mármol inspirado en la arquitectura gótica francesa. 

El castillo conserva prácticamente toda la fachada y la distribución de entonces, y al igual que las dependencias, todo está cuidado al detalle para transportaros hasta la Francia del siglo XVIII, pero con todos los lujos y comodidades que exigimos hoy en día. 

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Al entrar en sus instalaciones descubrimos un magnífico patio que incluye una terraza y frondosos árboles, que dan paso al elegante vestíbulo donde se encuentra el mostrador de recepción. Nos recibe Irantzu Solaguren, jefa de recepción, quien nos realiza un tour por las instalaciones mientras cuenta parte de la historia de este lugar que tanto interés nos suscita: 

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“A pesar de que ha mantenido su ubicación desde el siglo XIII, su estructura actual es obra de los arquitectos franceses Couverchef y Ancelet, quienes lo reconstruyeron en 1856 por encargo de los emperadores franceses Napoleón III, último monarca de Francia, y Eugenia de Montijo, que realizaron la recuperación de la torre en agradecimiento al nombramiento de su hijo Eugenio Bonaparte como vizcaíno de origen por las Juntas Generales de Bizkaia”. 

Nos percatamos de inmediato de que este entorno ha sabido mantener con elegancia sus características originales, adaptándose al estilo actual con asombrosos techos acristalados desde donde se aprecia la belleza de la torre principal. 

Rodeados de una decoración de piedra y madera apreciamos la mezcla de la de maestría de sus muebles de época fusionados con elementos contemporáneos. Hay la posibilidad de alojarse en cualquiera de sus catorce exquisitas habitaciones, que mantienen intactas sus características originarias. 

Cada una de sus habitaciones es única, sofisticada y con un diseño exclusivo tanto por su decoración y comodidades como por las vistas que la rodean. 

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Las modalidades de habitación son doble (también de uso individual), junior suite y suite, todas equipadas con el más mínimo detalles y algunas con su propia sala de estar, chimena, jacuzzi  y hasta una pequeña piscina privada en una de sus torres en la Suite de Napoleón. 

Nos perdemos por sus instalaciones, que se separan por muros de piedra, con la seguridad de que si estas paredes hablaran contarían muchas historias, de esas que se quedan plasmadas en los libros para toda una eternidad. 

Techos abovedados, vigas de madera y muebles antiguos con una decoración original que nos transportan a la Francia de finales del siglo XVIII, pero con todos los lujos de un hotel de 4 estrellas. 

Es un auténtico disfrute pasear palmo a palmo por esta imperial residencia que hoy en día se conserva más majestuosa, si cabe, que la que legaron los propios emperadores. Nos cuentan que el Castillo de Artega también está preparado para acoger y celebrar bodas y eventos exclusivos. 

Suite Mª Eugenia.

Castillo de Arteaga

Estamos rodeados de un espacio de cuento, perfecto para un inolvidable 'sí, quiero', en el que encontramos dos salones, uno con una capacidad de 300 comensales y otro para bodas más íntimas de hasta 40 personas. 

Todos los menús van precedidos de un cóctel de bienvenida que se sirve en el patio de armas antes de acceder al salón donde se celebra el gran banquete. Es imprescindible darse un homenaje en su restaurante gourmet con terraza, ubicado en la azotea y con unas panorámicas vistas a la Reserva de la Biosfera de Urdaibai. 

Su cocina tradicional con toque vanguardista ofrece varios menús. Elegimos su vieira y langostino braseado, crema de coliflor y almendra tostada junto  a sus canelones de pato trufado, foie, boniato y yuca. 

De postre probamos su pastel imperial con crema de leche tibia y helado de canela (receta con cientos de años de historia)  junto la torrija de pan de brioche caramelizada.  ¡Un auténtico festival de sabores!

Sala de estar de una de las habitaciones.Castillo de Arteaga

QUÉ HACER 

Aunque este alojamiento te invita a quedarte en sus inmediaciones para disfrutar un auténtico viaje al pasado y sentirte como un auténtico monarca, merece la pena explorar el entorno, lleno de escarpados acantilados costeros, ríos, marismas, praderas y senderos con varias rutas señalizadas para practicar senderismo o recorrer en bicicleta. 

No os perdáis el bosque de Oma, con árboles pintados obra de Agustín Ibarrola. Tiene un sendero circular de 7 kilómetros a través del bosque que se recorre en dos horas. O la cueva de Santimamiñe, con pinturas rupestres de hace más de 14.000 años. 

El hotel se encuentra a 10 minutos de la costa y de las espectaculares playas de Laida y Laga. A tan solo 6 kilómetros llegamos a la localidad de Guernica donde se puede visitar el museo de La Paz de Guernica, el famoso mural de Picasso, el Parque de los Pueblos de Europa o el casco urbano. 

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Bilbao está a tan solo 35 minutos en coche. El Castillo de Artega, sin duda, es un extraordinario palacio para alojarse, uno de esos lugares mágicos en los que se ha detenido el tiempo, manteniendo su esencia y tradición intacta.

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