48 horas en el barrio de Mitte (Berlín)

El centro histórico de la capital alemana rezuma pasado y futuro. Las nuevas tendencias conviven con los fantasmas de ayer y la fuerte personalidad berlinesa,
Mitte  48 horas en el barrio ms icónico de la capital alemana
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Episodios decisivos de la historia del siglo XX impregnan cada rincón del barrio de Mitte, Berlín en pura esencia. Al fin y al cabo, comprende el centro histórico de la ciudad y muchas de sus principales joyas arquitectónicas y turísticas.

Esta zona de la capital alemana vivió el vértigo y el Art Nouveau de los años 20, las florecientes comunidades judías, su persecución y evacuación; los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial (algunas fachadas aún muestran las cicatrices de salvas de metralla); la creación de la RDA, con la surrealista división de una ciudad entera por un muro, y la caída del mismo. En los años 90, la capital alemana simbolizó para el mundo el fin de la Guerra Fría y, como si albergara unas enormes ganas de olvidar su turbulento pasado, se coronó como la capital europea del tecno. Clubs en los que se entraba el viernes y se salía el domingo porque, como dijo Klaus Wowereit, alcalde de esta ciudad entre 2001 y 2014, “Berlín es pobre pero sexy”.

Pero las cosas han cambiado desde entonces y Elon Musk ya ha anunciado que el Tesla Model 2 se fabricará en la factoría cercana a la capital germana, para inundar el mercado europeo. La ciudad que ‘vivía de las subvenciones’, que acogía entre sus calles a una buena muestra de cosmopolitismo cultural y económico, donde arquitectos podían compartir edificio con artistas o refugiados que cobraban un subsidio, parece llegar a su fin. Un capítulo que se cierra para abrir otro, porque Berlín es una historia que nunca para de contarse.

DÍA 1. MONUMENTOS CON MUCHA SIMBOLOGÍA

08:00

Icono de la capital alemana, la Puerta de Brandeburgo puede ser un buen punto de partida. Hay que madrugar un poco para evitar aglomeraciones, ya que desde aquí salen muchos free walking tours. Este arco, construido en 1791, para magnificar la entrada a la ciudad, se inspiró en la Acrópolis de Atenas y está coronado por una cuadriga que representa a la diosa alada de la Victoria. La puerta resistió los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, quedó en tierra de nadie con la división este-oeste y simbolizó la Alemania reunificada, tras 1989.

La Puerta de Brandeburgo.Alamy

08:30

Muy cerca se encuentra el Monumento al Holocausto (Cora-Berliber-Strabe, 1), abierto todos los días del año, 24 horas, y con entrada gratuita. 2.711 bloques de hormigón de diferentes alturas, similares a sarcófagos, y dispuestos a la manera de un laberinto, provocan todo tipo de sentimientos menos la indiferencia. Generalmente el malestar y la sensación de opresión invaden al visitante.

Justo enfrente, en el Tiergarten, un parque que bien merece un paseo, está el Monumento a las Víctimas Homosexuales del Nazismo. Un cubo gris, en cuyo interior se proyectan vídeos con imágenes de gays y lesbianas.

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Los muertos del nacionalsocialismo siguen presentes en esta ciudad, que se niega a olvidar. El caminante atento verá que, de vez en cuando, en el pavimento aparecen unos pequeños adoquines de bronce, donde hay grabado un nombre, una fecha de nacimiento, deportación y lugar de defunción. Son los Stolpersteine, que literalmente significa ‘piedra en la que se tropieza’. Un proyecto del artista Gunter Demnig para visibilizar, con nombre propio, a las víctimas del nazismo.

10:00

Esa costumbre tan viajera de desayunar dos veces, puede ponerse en práctica en el Café Einstein Unter den Linden, en la avenida del mismo nombre, que sale de la Puerta de Brandeburgo y nos lleva a nuestro próximo destino. En el número 42 está una de las cafeterías más famosas de la ciudad, frecuentada por políticos y periodistas, con aspecto de café vienés antiguo. Excelente café y una apfelstrudel muy instagrameable.

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11:00

Mitte es un barrio para recorrerlo a pie. Muy pronto se llega a la Isla de los Museos, junto al río Spree, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. A menos que uno quiera invertir el día completo inmerso en arte (lo que también puede ser una opción), hay que elegir entre las cinco joyas de la corona, aunque uno imprescindible sería el Neues Museum, centrado en arte egipcio, porque aquí se encuentra el famoso busto de Nefertiti, que no hay que perderse.

El Pergamonmuseum es otro a tener en cuenta, con joyas como el altar de Pérgamo, con más de 2.000 años de vida, pero ojo, actualmente está cerrado por reformas hasta la primavera de 2027. Los otros tres que conforman este complejo museístico son el Altes Museum (arte romano, griego y etrusco), la Alte Nationalgalerie, con aspecto de templo griego y centrada en pintura y escultura del siglo XIX a la actualidad, y el Boda Museum, con arte medieval, bizantino, esculturas y una importante colección de monedas.

Neues Museum, Berlín.Getty

En la misma zona se encuentra también el Museo de la RDA (Karl-Liebknecht-Strabe, 1), que recrea la accidentada vida cotidiana de los habitantes de la Alemania del Este, con los problemas de desabastecimiento, censura y caos burocrático. Cuando hacerse con un Trabant (la versión alemana del 600) podía llevar 16 años de espera. No se pierdan la tienda de este museo, con todo tipo de objetos que enloquecerán a los más frikis: los omnipresentes trozos auténticos de muro (¿queda alguno todavía?), detectores de mentiras, bolígrafos con tinta invisible para enviar mensajes cifrados, huchas con el busto de Karl Marx o libros de recetas comunistas, entre otros tesoros.

Mi consejo es que elijan solo dos museos para evitar ser víctimas del Síndrome de Stendhal.

14:00

Otro de los símbolos de esta ciudad, junto con la puerta de Brandeburgo, es la Berliner Fernsehturm, la Torre de la Televisión, en Alexanderplatz. Acabada en el año 1969, con 368 metros de altura, el edificio tenía dos funciones: servir de antena y demostrar al mundo la superioridad del comunismo.

En plena Guerra Fría, cuando cualquier mínimo detalle estaba cargado de simbología, el reflejo del sol en la esfera le jugó una mala pasada al régimen soviético, ya que dibujaba una cruz, fenómeno que se bautizó como “la venganza del Papa”.

La torre ofrece una panorámica inigualable de la ciudad, de 360º, y un restaurante Sphere, de cocina berlinesa, lo que lo convierte en el lugar ideal para comer y descansar admirando el skyline de esta urbe. Mejor reservar con días de antelación y evitar los cielos nublados.

La Fernsehturm, la torre de televisión de Berlín y una de las imágenes más emblemáticas de la capital alemana.Caterina Barjau

16:30

A pesar de ser la plaza berlinesa por excelencia, la Alexanderplatz, apodada cariñosamente ‘Alex’, por los berlineses, parece un sitio que no ha encontrado todavía su esencia, entre el pasado y el futuro. Aquí quedaban las juventudes del este para salir antes de 1989, concretamente en el Reloj Mundial, un punto de encuentro que sigue ejerciendo esta labor. Otro vestigio de la RDA es la Fuente de la Amistad y, dejando la plaza, en dirección a la Karl-Marx-Alle, otra reliquia comunista, la Casa del Profesor, un edificio blanco de 1964 que cuenta con un gran friso del artista Walter Womacka. De estilo sesentero-naíf, pretendía mostrar la prosperidad del modelo comunista.

Muy cerca, está la iglesia de Santa María (Karl-Liebknecht-Str. 8), una de las más antiguas de la ciudad (se inauguró en 1260), con vocación de superviviente; ya que sobrevivió a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y al ateísmo de los urbanistas socialistas (cuentan que quisieron demolerla). Justo detrás, merece la pena ver la Fuente de Neptuno, que recuerda a las romanas de estilo neobarroco, donde el rey de los mares comparte espacio con cuatro bellezas que representan los principales ríos alemanes: Rin, Elba, Oder y Vístula.

En la misma plaza se encuentra también el Rotes Rathaus, el Ayuntamiento Rojo, un edificio renacentista de 1860 que puede visitarse. A pesar de que su nombre se debe al color de sus ladrillos, la actual sede de la alcaldía también albergó el Ayuntamiento del Berlín Este. El edificio tiene acceso gratuito y siempre hay exposiciones en su interior.

Amanecer sobre los tejados de Berlín.Getty

18:00

Tras un pequeño paseo se llega al Newton Bar (Charlottenstrabe, 57), un distinguido bar de cócteles decorado con enormes fotografías en blanco y negro del fotógrafo australiano de origen alemán, Helmut Newton, que contrastan con sus butacas rojas tipo años 50. La decoración de interiores es uno de los puntos fuertes de la capital alemana, con espacios siempre sorprendentes. Se pueden reponer fuerzas tomando un Dry Martini en este glamuroso local lleno de gente interesante, al menos estéticamente.

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18:30

Mitte está lleno de deliciosos restaurantes donde probar cualquier cocina del mundo. En The Grand (Hirtenstrabe, 4) se pueden saborear delicias franco-alemanas. Decorado al modo de las brasseries parisinas, el restaurante rinde especial tributo a las carnes: fillets, entrecôtes o roast beef con delicados platos de marisco y exquisitos vinos de todo el mundo.

The Grand, un clásico berlinés.Selina Schrader

En un antiguo colegio, con varias plantas, se ubican no solo el restaurante, sino un divertido bar de cócteles, oscuro y con música de jazz y swing de antaño, al que se puede ir antes o después de la cena, y un club donde bailar, decorado al estilo de los clásicos berlineses. Le Grand, con vocación de pasarlo bien, debe su encanto a su aire audaz y decadente.

20:00

Es ya legendaria la pasión de los berlineses por el cabaret, el teatro y demás performances. El Chamäleon Theatre (Rosenthaler Str, 40-41) ofrece un nuevo y extraño espectáculo, que ellos califican como ‘circo moderno’ y donde no faltan ingredientes del cabaret, el teatro, las acrobacias, el burlesque, la danza o la comedia. La mayoría de las obras son sin palabras (lo que lo hace apto para un público planetario) y, en las pocas en las que se habla algo, se hace en inglés.

Uno de los espectáculos del Chamäleon Theatre.Manuel Harlan

23:00

Uno de los mejores momentos para el viajero es cuando se va a la cama tras un día repleto de descubrimientos. El Numa Nook (Grobe Hamburger Str. 23), a 10 minutos andando de la Alexanderplatz, ofrece habitaciones simples o con cocina, tipo apartamento, para sentirse como en casa. Los hoteles urbanos Numa están siempre ubicados en bonitos edificios, en el centro de las metrópolis, y cada estancia tiene un diseño único. Esperar en los lobbies para hacer el check in pronto será una estampa vintage. Aquí todo se hace vía digital y las actualizaciones llegan por whatsapp. Cuando los hoteles urbanos están incrementando sus tarifas, la cadena Numa mantiene una buena relación calidad-precio. Desde la ventana de algunas de estas habitaciones, casi todas con balcón, se ve la Torre de la Televisión, lo que provoca ese pequeño vértigo de dormir justo en el corazón de Berlín.

Una habitación en el Numa Nook.George Kroustallis

DÍA 2. EL BERLÍN UNDERGROUND, UN PALACIO Y LA PARTE TRASERA DE LA CIUDAD

09:00

Muy cerca del hotel se encuentra el Edificio Tacheles (Oranienburger Str. 53). La casa okupa, convertida en el centro cultural más alternativo de Berlín, entre 1990 y 2012, alberga ahora la sede alemana del Fotografiska Museum, el museo sueco de la fotografía. En su café bar se puede desayunar admirando las instantáneas de sus paredes y la elegante decoración, que contrasta con el resto del edificio, al que se le han respetado sus señas de identidad y sus paredes cubiertas de grafitis.

La historia de Tacheles bien merece un repaso; ya que empezó interpretando el papel de grandes almacenes, hasta 1914, y luego pasó a ser utilizado para exposiciones de sus productos, por la casa AEG. Fue oficina central de las SS en la Alemania nazi y sufrió los bombardeos de la guerra. Durante la RDA, sin fondos para arreglarlo, hospedó una escuela de arte, otra de comercio internacional, un cine y fue utilizado por comerciantes y artesanos. Tras la caída del muro se decidió su demolición, pero un grupo de jóvenes artistas se instaló en él y le salvó la vida.

La casa okupada fue bautizada con el nombre de Tacheles, que en yiddish significa “hablar claro”. En su interior los artistas vivían y trabajaban, se hacían exposiciones, talleres, charlas. Había también un cine, el Café Zapata, un club y su patio hacía las veces de galería de arte al aire libre. El nuevo propietario, un banco, les cerró la luz y el agua y la gente aguantó un año hasta que se fueron, no sin cobrar algunas sumas nada despreciables. Al final, sus ocupantes se rindieron al capitalismo o ¿sería más justo decir que a los nuevos tiempos?

El Edificio Tacheles, un icono en el barrio de Mitte (Berlín).Getty

10:00

Frente a la isla de los Museos se encuentra el Humboldt Forum (Schlossplatz), un nuevo lugar de cultura y ciencia, inaugurado en 2021. Este majestuoso edificio, obra del arquitecto italiano Franco Stella, no es otra cosa que el antiguo Palacio Real reconstruido, partiendo de la combinación de elementos modernos con otros copiados del antiguo palacio prusiano. La cúpula y tres de las cuatro fachadas exteriores son idénticas a las del edificio original, de Andreas Schlüter, pero la cara este, la que mira a Alexanderplatz, posee un diseño contemporáneo.

En el siglo XVIII, la residencia de la dinastía Hohenzollern era el centro urbano de Berlín. La hegemonía de esta casa real se prolongó hasta el siglo XX. El último káiser alemán, Guillermo II, se dirigió a los berlineses desde el balcón del Palacio Real el 31 de julio de 1914, pocas horas antes de declarar la guerra a Rusia e iniciar la Primera Guerra Mundial.

Durante la República de Weimar (1919-1933) y la dictadura nazi (1933-1945) el palacio se utilizó como museo. Tras la Segunda Guerra Mundial, en territorio del Berlín Este, el edificio que simbolizaba el imperialismo y la corona, fue demolido. En el mismo lugar se construyó el Palacio de la República, la majestuosa sede del parlamento de la RDA. Pero, una vez más, la caída del muro y la reunificación echaron abajo el edificio, por decisión del Bundestag.

Fue el propio Bundestag quien, en 2002, aprobó la propuesta de reconstruir el antiguo Palacio Real Barroco para albergar el Humboldt Forum, un nuevo espacio artístico-cultural donde también se podían ubicar algunas colecciones que se hallaban dispersas en otros museos. Dentro del Humboldt Forum no hay que perderse el fascinante Museo Etnológico y el Museo de Arte Asiático.

13:00

Para tomar un buen brunch en un lugar idílico hay que ir a House of Small Wonder (Auguststrasse, 11-13), instalado en un antiguo colegio judío para niñas. En el nazismo, la escuela pasó a ser un lugar donde se concentraba a los judíos antes de deportarlos y las fotos que hay en sus paredes cuentan la historia de este edificio. En este pequeño y delicioso restaurante, con muchas plantas y jardín para los días de sol, sirven un brunch excelente a base de entrantes, ensaladas, sándwiches y platos con inspiración japonesa.

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15:00

Mitte posee un gran número de patios heredados de la época industrial. A partir del siglo XIX, las fábricas y talleres se establecían en las partes traseras de los edificios; mientras que las tiendas y las casas amplias, donde vivía la burguesía, ocupaban las fachadas de las construcciones. En estos patios se realizaban todo tipo de actividades: talleres de confección, de materiales metálicos, imprentas, fundiciones, carpinterías, fábricas de cerveza o de determinados alimentos. Después de la Segunda Guerra Mundial muchos de esos patios cayeron en desuso, se fueron deteriorando; pero desde hace años han recuperado su esplendor, albergando pequeñas empresas, tiendas de todo tipo, estudios de diseñadores o galerías de arte.

Haus Schwarzenberg (Rosenthaler Str. 39) es el patio más famoso, conocido también por Dead Chicken Alley (tomado de un colectivo de artistas), que exhibe orgulloso unas paredes totalmente grafitadas y una estética de estar todo a punto de venirse abajo. Aquí se encuentra el Café Cinema, con terraza para los días de buen tiempo; el Centro Anne Frank, una revisión de la figura de la famosa niña judía a través de mapas, fotos, videos y cartas; o el Museo Blindenwerkstatt Otto Weidt, sobre un empresario que daba trabajo a judíos ciegos (fabricando escobas y cepillos); a los que, posteriormente, escondió en su taller para protegerlos de la persecución o deportación. Y los amantes del arte deben visitar la tienda-galería Neurotitan, donde hacerse con ilustraciones a precios asequibles.

Haus Schwarzenberg es el patio más famoso de Berlín.Alamy

16:00

Aunque la red más amplia e impresionante de patios es Hackeschen Höfe (Rosenthaler Str, 40), con un total de ocho espacios independientes que se comunican entre sí y que disponen de acceso desde dos calles diferentes: Rosenthaler Str. y Sophien Str. 27.000 metros cuadrados de tiendas, restaurantes y locales nocturnos. Lo que caracteriza a este lugar son las fachadas con azulejos Art Noveau del patio I, obra de August Endell.

Algunas tiendas a tener en cuenta son: Sawade, tienda de bombones desde 1880, para los adictos al chocolate, o la Ampelmann Shop, souvenirs de este antiguo muñeco verde de los semáforos, toda una institución en la ciudad.

17:00

A 15 minutos andando se encuentra el salón de té Tayiko (Oranienburger Str. 27), un lugar sorprendente donde parar un rato a reponer fuerzas. El decorado interior con columnas de madera de sándalo, alfombras y asientos en el suelo, al modo de los salones de té de Tayikistán, estuvo expuesto en la Feria de Leipzig en 1974, en el pabellón soviético. En el mismo edificio está la galería de arte Art Cru, que se centra en artistas con discapacidad o experiencias psicológicas excepcionales.

Mitte está sembrado de pequeñas galerías de arte capitaneadas por KW Institute for Contemporary Art. Esta fue la pionera del movimiento galerista berlinés; que, a principios de los 90, se asentó en una antigua fábrica de margarina. En la fachada de muchas galerías se puede ver el grafiti de una banana, como la de Andy Warhol, que certifica la calidad de la galería. Algo así como las estrellas Michelín para los restaurantes.

¿Y por qué un plátano? El plátano era la fruta deseada en la Alemania del Este, porque no era cultivable en el país y debía ser importada. Esto hacía que el precio fuese desorbitado e inalcanzable para los alemanes de la zona este. Tal era la obsesión con esta fruta que el día de la caída del muro, todos los supermercados cercanos al este acabaron con sus existencias de plátanos. Además, la estadística dice que el año siguiente a la caída del muro, se vendió más del doble de plátanos en la zona este que en la oeste.

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18:00

Si se quieren comprar cosas que no hay en otros lugares del mundo hay que pasarse por la calle Kastanienallee, donde destacan sus comercios de moda independiente y sus transeúntes con estética hipster. Jimmy’s, (en el número 3), vende ropa casual para ambos sexos con un toque original e independiente. En Eisdieler (12) se encuentra moda berlinesa, zapatillas sostenibles, calzado y accesorios, generalmente de hombre.

Tras la caída del Muro, Ralf Hensellek y Monika Krüger (ambos estudiantes de moda en el centro de artes aplicadas Lette Verein) y Thomas Mrozek (diseño de vestuario) fundan la marca de ropa femenina Thatchers, cuya filosofía es sostenibilidad, calidad y producción en Berlín. En el 21 de la calle Kastanienallee, hay una sucursal.

Good Bless You (31) es para los amantes del estilo casual y callejero y Rivolta (36, a) es una tienda con marcas de moda inusuales e innovadoras, procedentes de Escandinavia, Italia y Alemania, que también tiene accesorios y joyas. Kauf Dich Glücklich (54) tiene de todo: ropa para él y ella, accesorios para el hogar, muebles, cosmética, vajilla, complementos. Todo bonito, aunque no barato. Por último, Hallo Herz (60) es una boutique sorprendente de moda femenina y en Fein und Ripp (91-92) la filosofía es revivir el look retro de manera elegante y actualizada. Para ambos sexos.

20:00

Aunque la comida alemana no sea de las más tentadoras, sería un pecado estar en Berlín y no probarla. Lutter und Wegner (Charlottenstrasse, 56), abierto desde 1811, es un elegante y refinado restaurante de especialidades germano-austríacas, lo que es ya una promesa de que tendrán algo más ligero que el codillo. Una vez allí, en medio de su cuidada decoración, uno puede descubrir algunas delicias como el kama, el goulash, el steak tartar, la berlinesa, el kaiserschmarn (un postre austríaco que enamora) o su strudel de manzana. Un servicio impecable y unos vinos y cava excelentes. ¡Tenemos la asignatura pendiente de descubrir los vinos alemanes!

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23:00

Para bajar un poco la cena y despedir Mitte, y Berlín, como se merecen, hay que brindar en una coctelería íntima y escondida, en Melody Nelson Bar (Hannoversche Str. 2). Un sitio oscuro con buena banda sonora (los sábados hay música en directo), bármanes que saben hacer su trabajo y clientela animada.

Berlín ya no es pobre, pero sigue siendo sexy. De vuelta al hotel, en las calzadas con tan pocos coches de la capital alemana, un zorro despistado busca su camino a casa ante el feliz asombro de los transeúntes.

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